Opinión Nacional

Juegos peligrosos

A despecho de la intensa campaña que el aparato propagandístico del régimen continúa desarrollando para fortalecer la imagen del caudillo a nivel internacional «véase la compra en dólares de costosísimas portadas de magazines eróticos y medios de divulgación seudo científica «, lo cierto es que el teniente coronel ha debido apurar sus jugadas de filigrana en el tablero político nacional en vistas a asegurarse la celebración de unas elecciones que por hoy están en pico de zamuro y de las que depende su vigencia política en una apuesta de vida o muerte.

La degollina de Velásquez Alvaray es la primera demostración de que los hados le están volteando la espalda al chavismo. Es tal la polvareda que la estafa barinesa y los desafueros de la familia real han levantado en ese Falcon Crest sabanero, que el presidente ha debido cortarle la cabeza a uno de sus peones, el presidente del TSJ Luis Velásquez Alvaray. La cadena se ha roto por su eslabón más débil. Nadie podría arriesgar su prestigio saliendo en defensa de quien está acusado de corrupción nada más y nada menos que por el propio Jesse Chacón. Pero es innegable el sacrificio al que se somete al abogado y ex parlamentario Velásquez. ¿Romperá los viejos pactos de fidelidad guardando silencio o destapará la caja de Pandora de la fétida corrupción de la Quinta?

Cuando se echa a rodar la cabeza del más alto magistrado de la república, otra movida en el ajedrez político del caudillo estremece las huestes del chavismo: el teniente coronel y mayor antigüedad del golpe de estado del 4 de febrero, Francisco Arias Cárdenas es sacado del juego enviándolo al dorado exilio de Naciones Unidos. El voto salvado de Luis Tascón es apenas el extremo de la madeja. ¿Qué ha obligado a reciclar a quien amenazó con asesinar a Chávez por cobarde y se le enfrentó en las presidenciales del 2000? ¿Quién engaña a quién?

Finalmente, Jorge Rodríguez es aventado del cargo de mayor significación en el rango monárquico luego de la presidencia de la república: el control de CNE. ¿Por qué sale el hombre más poderoso del régimen, del cual basta una sola revelación para que ruede la cabeza del teniente coronel mismo?

Se trata de movidas de alta estrategia para restablecer las relaciones con las democracias occidentales ˆ en el más bajo nivel desde nuestra independencia -, abrir una válvula de seguridad al gigantesco caldero de la corrupción que está a punto de estallar y enviarle una seña de simpatía a una ciudadanía y a una oposición que parecen atrincherados en la posición de no participar en los pautados comicios de diciembre de no transformarse radicalmente las reglas del juego electoral.

Pero esos son los aspectos positivos. Los riegos en contrario son demasiado evidentes: el caso Velásquez Alvaray puede desatar un alud de revelaciones y denuncias que terminen por triturar al régimen. El nombramiento de Arias Cárdenas supone aliviar tensiones muy graves en el seno del golpismo militar y las fracciones que reclaman el derecho a compartir la torta. La caída de Rodríguez demuestra la imperiosa necesidad de blindar la participación de cualquiera de las fichas electorales del régimen: Petkoff, en primer lugar. Pero también Borges o cualquier otro dispuesto a jugar el papel de telonero en la comedia de enredos electorales. De allí el sacrificio de quien se pensó inamovible. Rodríguez o Chávez, tal parece ser la apuesta.

El juego recién comienza. La cosa está tan mal, que empieza a ponerse buena.

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