«Lava Jato», Lula y Dilma
Las crisis internacionales —Grecia, ISIS, la matanza de Charleston, los migrantes en el Mediterráneo— y nacionales —las elecciones, los muertos de Tanhuato, Apatzingán y Monterrey— dejaron fuera de las primeras planas una de las caídas más trágicas de los últimos años en un gran país. Me refiero a la hecatombe brasileña.
La tragedia del Partido de los Trabajadores en Brasil reviste tres facetas. Parten de un mismo origen, pero no desembocan en el mismo destino. Tienen un nombre —Lava Jato—, pero varias expresiones.
La primera es la más antigua: la canalización de recursos de Petrobras —entre 4 y 20 mmdd, según a quien le crea uno— a las arcas del PT para financiar campañas electorales en 2006, 2010 y 2014. Han sido encarcelados varios funcionarios del PT y de Petrobras. El escándalo provocó un derrumbe de la popularidad de la presidenta petista, Dilma Rousseff, a niveles nunca vistos en Brasil, así como llamados a su destitución no impeachment.
La segunda expresión involucra la posible violación por su gobierno, durante su primer mandato, de una disposición constitucional que se remonta a los años 90 y que prohíbe al gobierno gastar más de lo presupuestado por el Poder Legislativo, siendo el exceso un delito penal. Aunque ayer un funcionario menor del Ministerio de Finanzas se responsabilizó por la llamada pedalada, es decir la fabricación de un superávit fiscal inexistente con el propósito aparente de salvar a Rousseff; es posible que esta acusación judicial y de la oposición prospere.
El tercer capítulo, que en Brasil se llama Erga Omnes (Vale para todos), implica al ex presidente Lula y a empresarios de la construcción. El viernes detuvieron a los dueños de las empresas Odebrecht y Andrade Gutiérrez por corrupción en Petrobras, acusados de entregar mordidas al PT a cambio de contratos de la petrolera. El semanario Veja dice: “El presidente de Odebrecht, Marcelo Odebrecht, fue visto muchas veces en el palacio presidencial durante el gobierno de Lula, y en innumerables viajes del ex presidente a África. También acompañó a Lula a Cuba, donde la empresa construye el puerto de Mariel. Desde 2011, Dilma se reunió por lo menos cinco veces con Odebrecht. El último encuentro fue el 26 de mayo en el Hotel Intercontinental en la Ciudad de México”. El padre de Marcelo, Emilio, habría declarado que su hijo no resistiría la prisión y que tendrían que construir tres celdas más: para él, para Lula y para Dilma.
Así son las investigaciones independientes cuando hay corrupción.