Deje de ser bolsa, hágale 12 exigencias—como programa de gobierno—a los “Políticos”
01. Queremos que ningún cargo público de elección popular tenga suplentes. Tampoco los cargos del poder judicial, ni los del Ministerio Público. Si los Presidentes, Gobernadores y Alcaldes no tienen suplentes, mucho menos deben tenerlos los Diputados, los jueces y los fiscales. Porque esta es la única forma de acabar con la partidarquía que tiene secuestrada a Venezuela desde 1958. (Si la Democracia es el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo; la partidarquía es el gobierno del pueblo, por los partidos, para los partidos: Dr. Michael Coppedge, Ph.D. Profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Notre Dame, estado de Indiana, USA, 1994 [1]).
02. No queremos candidatos—a cualquier cargo público—que son pagados con nuestro dinero—que no tengan un genuino respaldo popular; deben ponerle fin a la trampa política de los mal llamados “candidatos por iniciativa propia” que lo que hace es dividir al pueblo en millones de individuos sin partidos ni respaldo popular—todo candidato a un cargo público debe ser electo en elecciones primarias efectuadas en todos y cada uno de los 23 estados del país y el Distrito Capital; en elecciones internas de cada partido político, mediante el voto universal, directo y secreto. Porque basta de quienes se creen “mesías salvadores” y se lanzan ellos solos como candidatos sin que nadie se los haya pedido. Basta también de “partidos” locales o regionales, que son simples “clubes de ambiciosos desmedidos”. Si los políticos quieren el poder, pues que arriesguen su dinero conformando partidos nacionales, para que si sus candidatos ganan, tengan realmente de donde escoger un eficiente equipo de gobierno y asesores, y no se “vean obligados” a contratar a sus parientes; a sus amigotes, o a extranjeros mercenarios—y dejen de ser tan sectarios, que no militan en ningún partido, porque los demás miembros de esos partidos, no le hacen caso a sus extremismos ni a sus estupideces— Además, todos los Ministros que escojan los presidentes deben ser aprobados por el Senado, y todos los Directores de las Gobernaciones y Alcaldías, deben ser aprobados respectivamente por el Consejo Legislativo Estadal y por la Cámara Municipal, para ponerle fin a los advenedizos, incapaces y oportunistas en funciones de gobierno.
03. Queremos un Congreso Nacional de dos cámaras: una Cámara de Diputados conformada por un Diputado por cada 100 mil habitantes elegido directamente por el pueblo mediante el voto universal, directo y secreto; y una Cámara de Senadores, compuesta por dos (2) Senadores Estadales Designados por los Gobernadores de cada estado y un Senador Estadal escogido mediante el voto universal, directo y secreto, de todos los Alcaldes de los Municipios de cada estado—todos ellos para un período igual a la mitad de tiempo que dure el período de gobierno—respectivamente—de los gobernadores y alcaldes. Porque esta es la única manera de eliminar el cáncer llamado “Venezuela es Caracas y lo demás es monte y culebras” que nunca ha dejado prosperar ni a los estados ni a los municipios donde vive la inmensa mayoría de los venezolanos. Y porque así, los diputados del pueblo impedirán que los senadores de los gobernadores y alcaldes negocien las leyes a sus espaldas—y los senadores de los gobernadores y alcaldes impedirán que los diputados del pueblo perjudiquen a los estados, a los municipios y al país con cada locura parroquial que se les ocurra, y con el tiempo tendremos verdaderos políticos…verdaderos estadistas.
04. Nadie debe ser candidato a ningún cargo público (nacional, estadal o municipal), si no obtiene previamente; por lo menos el 51% más un voto de los miembros de su partido político durante las elecciones internas de esos partidos; y nadie debe ser declarado electo para un cargo público, si no obtiene por lo menos, el 51% más un voto, de todos los electores que voten. Porque es la única manera de que elijamos a verdaderos líderes políticos, y de ponerle punto final, a los advenedizos elegidos por las empresas encuestadoras y las compañías vendedoras de propaganda y publicidad, pagadas por los partidos y los corruptos y ambiciosos.
05. Debe establecerse como requisito Para ser electo a cualquier cargo de elección popular—desde el presidente de la república, hasta miembro de una junta parroquial—no ser, o haber sido militar activo o miembro activo de una institución religiosa, porque estas personas, tienen una formación profesional no democrática; permitiéndoles solamente desempeñarse como asesores de los titulares de cargos públicos, siempre y cuando, estén totalmente separados de las instituciones militares o religiosas a las que pertenecieron.
06. Queremos que le den cristiana sepultura al fantasma alemán de Karl Marx; a los fantasmas rusos de Vladimir lenin, León Trotsky y Josif Stalin; al fantasma chino de Mao Zedong, y al cadáver insepulto cubano de Fidel Castro: La Constitución debe prohibirle tajantemente a todos los gobiernos (Nacional, estadales y municipales), ser propietarios de empresas o de cualquier tipo de negocio. La tarea de los políticos es implementar políticas no hacer negocios: todos los negocios deben estar en las manos de los millones y millones de venezolanos capaces que abundan por doquier; para que éstos creen empleos y riqueza y paguen impuestos a los gobiernos para financiar las obras públicas y socorrer a los débiles sociales.
07. No queremos que los muy ineficientes, incompetentes y despilfarradores políticos, sigan administrando nuestro patrimonio: todo el que compre un terreno debe tener derecho a explotar lo que es suyo: todos los minerales que existan en su terreno y todos los recursos naturales renovables que existan en su terreno, para crear empresas propias de extracción, de fabricación de productos, de empresas turísticas, etc., etc. Si los gobiernos (Nacional, estadales y municipales), quieren crear reservas para proteger el ambiente y los recursos naturales renovables, valores históricos, etc., pues que nos paguen por ello, basta de regalarle lo que es nuestro a los políticos corruptos.
08. Queremos que le den cristiana sepultura al fantasma del Benemérito General Juan Vicente Gómez: queremos que eliminen los “Comandos de Guarnición” que le reparten el país a los generales y almirantes, como si éstos fuesen los compadres de Gómez. Queremos VIVIR EN LIBERTAD queremos que eliminen todas las alcabalas militares y policiales, excepto las que deben existir en las fronteras internacionales, y los peajes de carreteras y autopistas—que no deben ser administrados por los políticos, sino por empresarios privados.
09. De la misma manera, deben eliminar la tradición gomecista de dotar Al Presidente de la República, de una “Casa Militar” (Unidad Militar bajo el mando de un General o Almirante, a cargo de la seguridad personal del Presidente) y de edecanes militares (dos oficiales activos de cada fuerza que asisten al Presidente en sus asuntos personales), que dan la impresión de que el gobierno nacional está supeditado al control militar, cuando más del 99,99% de los venezolanos es civil; y encargar la custodia personal e institucional de la Presidencia de la República, a una institución 100% civil. Hay que acabar con el falso mito de que los militares saben más de seguridad que los expertos civiles en seguridad.
10. Ninguna institución educativa pública (que sea financiada con dinero de los gobiernos nacionales, estadales o municipales), debe estar cargo de instituciones religiosas, ya que esas instituciones siguen creencias dogmáticas, especialmente las instituciones a cargo de la educación preescolar, básica y diversificada (Bachillerato), que son las épocas en la vida de un ser humano que forman su personalidad. Y a ninguna institución pública, y a ningún funcionario público, debe permitírsele financiar con dineros públicos cualquier actividad religiosa. Porque esta es la mejor manera de proteger la libertad religiosa, que es un asunto familiar y personal, en el cual el Estado y los gobiernos y otras instituciones y funcionarios públicos no deben meter sus narices, para que ninguna creencia religiosa tenga la capacidad de apabullar a otra, ni convertirse en la religión oficial del país, el que debe ser un país seglar, que no es conducido por dogmas, sino por la razón y por la ciencia.
11. Debe eliminarse el gravísimo error de separar a las policías en “judiciales”, “administrativas” y “preventivas”. Todas las instituciones de policía del país (Nacionales, estadales, municipales, universitarias, y especializadas [Seniat, Inspectorías Sanitarias, Guardias Ambientales, etc. ] ), deben tener la capacidad legal de investigar y comprobar todos las faltas y delitos bajo su jurisdicción legal, y ser auxiliares directos de los Jueces y de los Fiscales del Ministerio Público, para ponerle punto final a los cuellos de botella, que obligan a los funcionarios a cargo de impartir justicia, a depender exclusivamente de una sola policía, porque basta con que los narcotraficantes y los mafiosos de todo cuño controlen (compren, extorsionen, etc.), a los jefes de esa sola policía, para que tengan controlado al poder judicial. Las competencias de las policías pueden y deben separarse, por ámbito territorial y por tipo de delito. Y sobre todo debe prohibírsele a todas las instituciones de policía imitar a las instituciones militares, porque la primordial función de toda institución de policía no es combatir el delito, sino: hacer cumplir la ley. Porque la principal arma de toda policía no es un revólver o una ametralladora, sino su conocimiento experto de la investigación criminal; y porque esta es la manera más eficiente de acabar con los grupos de exterminio, que comienzan asesinando impunemente a los delincuentes, sin que éstos hayan sido previamente juzgados, y terminan asesinando a cualquier ciudadano “que les caiga mal”.
12. Deben eliminarse de todas las normas Constitucionales, legales y reglamentarias, que limiten las libertades de información y de libre expresión del pensamiento, especialmente aquellas que sancionan las informaciones y opiniones sobre los funcionarios públicos de cualquier poder o nivel de gobierno. Porque esta es la manera más eficiente de que el pueblo sea el verdadero soberano, como debe ser en toda democracia, donde las autoridades no gobiernan, sino que son servidores públicos del pueblo.
[1] Michael Coppedge, Strong Parties and Lame Ducks. Presidential Partyarchy and Factionalism in Venezuela, Editorial Stanford University Press, Stanford, California, 1994, página 2.