Ni la trova del Che ni el ballet de Pinochet
No fue fácil para Michell Bhachelet convertirse en la primera presidenta de Chile y la tercera electa democráticamente en Latinoamérica luego de Victoria Chamorro en Nicaragua (1990) y Mireya Moscoso en Panamá (1999).
Cuando las encuestas le sonreían con un triunfo en primera vuelta varios simpatizantes del Partido Social Cristiano vieron en Sebastián Piñera un candidato más afín a su ideología y forzaron a una apretada segunda vuelta que la representante de la Concertación Democrática ganó por una corta ventaja.
El resultado de las elecciones da elementos de análisis para intuir que:
– Las diferencias entre la izquierda y la derecha chilenas son sutiles siempre y cuando sus dirigentes se deslastren, respectivamente, de las figuras de Allende (sobre todo de la mitología que tras su derrocamiento y muerte forjó la izquierda pro castrista) y de Pinochet. Chile es hoy, esencialmente, un país de centro que no canta ni baila con dictadores ni comandantes.
– Bachelet deberá tomar en cuenta las expectativas de más del 45% de la población que votó por su contrincante.
– No habrá una gran diferencia respecto a las políticas de libre mercado del popular gobierno de Lagos en la búsqueda de aquello que Felipe González – no por casualidad de visita en Chile – definió como el capitalismo con rostro humano que se debe manejar para lograr la justicia social que aspira el socialismo.
– La política exterior de Bachelet, ex ministra de defensa, no será precisamente de alianzas con gobiernos populistas o militaristas de la región. Ella conoce muy bien, como dijo en el debate, “quien es Humala” y esa frase, entre líneas, se refiere a otros ya en el poder que “se parecen tanto a él”, como aquel que hace poco cantó esa frase demostrando sus dotes de solista.
Algunos buscan similitudes de genero e ideología entre Bachelet con Lourdes Flores y Cristina Kirchner en Perú y Argentina y otros ya lo encuentran en su gran parecido físico con su homologa alemana Merkel.