La paja electoral
Cuando inopinadamente apareció el cometa candidatural de Julio Borges y Teodoro Petkoff publicó sus Dos Izquierdas con el no oculto propósito de servir de trampolín promocional al lanzamiento de su propia candidatura, señalamos la improcedencia de colaborar con el régimen tomándole en serio su palabra de una medición presidencial en diciembre del 2006. Dijimos entonces que nos parecía ilusorio e infantil hacerse al esfuerzo electoral cuando aún no resolvíamos el grave dilema de votar o no votar el 4 de diciembre del 2005 y mientras las condiciones del árbitro y la maleada y malévola parafernalia del REP y las trampa cazabobos de la automatización no hubieran sido barridas de un manotazo del escenario político nacional. Y reiteramos la necesidad de trancar el juego el 4-D y dejar al gobierno bailando solo, convertido en hazmerreír de un pueblo que dijo basta y echó a andar tras la meta de restaurar la institucionalidad democrática.
Señalamos entonces que el rechazo militante a las aviesas condiciones de sometimiento electoral puestas en servicio por el siquiatra Jorge Rodríguez era una condición sine qua non de la acumulación de fuerzas populares para retomar la ofensiva política, acorralar al régimen e imponerle condiciones electorales garantizadas por la constitución y las leyes. Planteamos el desideratum de obtener el retiro de todos los partidos y sus candidaturas. Y la necesidad de demostrar con los hechos el carácter minoritario del régimen, dotado hasta entonces por encuestadores tarifados y políticos inexpertos con una mayoría absolutamente fraudulenta.
Que esa modesta contribución a generar una matriz de opinión, sumada a las de otros columnistas y luchadores sociales y políticos auténticamente opositores, descendió hasta el sustrato del sentimiento popular y se convirtió en carne de un viril comportamiento ciudadano lo demostró la tremenda bofetada abstencionista que le diéramos al chavismo el pasado 4 de diciembre, fecha histórica que deberá ser recordada en nuestros anales como la primera gran derrota política propinada al régimen en estos siete años de plagas y desgobierno. Así se nieguen a reconocerlo quienes aún hoy no terminan por comprender el terremoto del 4D. Desde viejos historiadores hasta nuevos candidatos.
Pero debemos insistir una vez más: quienes cegados por su desaforada ambición personal silencian la campanada del 4D prestándose a seguir jugando el papel de bufones cortesanos de la gran farsa electoral de diciembre del 2006, están colaborando consciente o inconscientemente con los desesperados e inútiles esfuerzos del caudillo por montar el festín de Baltasar de su reelección presidencial. No comprenden que Venezuela es otra. Que el poder de veto del ciudadano opositor es incontrovertible e inapelable. Que deben postergarse todas las ambiciones presidencialistas hasta tanto no se liquide a este CNE, se limpie hasta el hueso su REP y se restituya la majestad plena del voto, esencia y razón de un sistema democrático.
Ni Rosales ni Smith, ni Borges ni Petkoff, ni Ojeda ni ninguno de los que hasta hoy se ofrecen gratuitamente para postular al sillón de Miraflores sirven a la lucha por la restauración de nuestra democracia si lo hacen prestándose a la comparsa sin luchar previamente por las condiciones necesarias e indispensables. Ni siquiera declarando su disposición a someterse a primarias ˆ que ninguno de ellos acepta ni aceptará. Que todos se enteren de una vez, incluido los amigos de SÚMATE: aquí no habrá primarias ni elecciones que valgan mientras no se constitucionalice y sanee el CNE. Esa es la única consigna.
Todo lo demás es paja.