¿Quién tiene el diente roto?
La Administración Chávez encendió el motor electoral: marchas, eliminación de impuesto al débito bancario, aumento salarial por encima de la tasa de inflación “oficial” y circo mediático. En paralelo, el escualismo retornó al ruedo político con una “prometedora” marcha el pasado 22 de enero, según la catalogó un 36% de los lectores de Analitica.com y repitieron la estrategia el 04 de febrero, pero sin lograr mayor convocatoria de asistencia. Ambos bandos trabajan a su público con eslóganes maniqueos (“Chávez nos volverá un país comunista” / “Los escuálidos quieren regalarle el país a los grandes capitales americanos”) de fácil recordación y no le dan cabida al debate en las bases, ya que no se busca generar reflexión y pluralidad, sino simplemente votos, casi tan automáticos como las conflictivas máquinas impuestas por el Consejo Nacional Electoral (CNE).
Juan Peña a Presidente
La exitosa campaña y contundente triunfo de Hugo Chávez en 1998 fue sucedánea de un masivo contacto con grupos de poder a nivel nacional: iglesia católica, empresarios, políticos, intelectuales, medios de comunicación. El aislamiento del discurso oficialista se inició con la Asamblea Nacional Constituyente, cuando se desplegó el segundo golpe, esta vez institucional (Tribunal Supremo de Justicia, Procuraduría, Fiscalía y CNE, entre otros órganos asaltados mediante frágiles, pero eficaces, tácticas jurídicas), del ya presidente Chávez. A partir de ese desvío del “proyecto verbal”, se inició la primera ola de división en los partidos “revolucionarios”, de la cual emergió una neo oposición, alejada de partidos tradicionales como AD y COPEI.
Pasados los años, al preguntarle a estos “ex chavistas” o “saltadores de talanquera” sobre qué valoraban en Hugo Chávez, éstos responden con evaluaciones afectivas: “se veía sincero”, “daba la impresión de ser un tipo con pasión por los pobres y en sintonía con mis ideas”… Este anecdotario remite al (%=Link(«http://analitica.com/bitblio/coll/diente.asp»,»Juan Peña»)%) imaginado por Pedro Emilio Coll, quien en vida no hizo otra cosa que lamerse su diente roto, gesto que fue interpretado como muestra de su gran inteligencia, un “prodigio”, y murió el “grande hombre que no había tenido tiempo de pensar”.
La narrativa opositora no se aleja del formato chavista: emocional, impulsiva, paranoica y enceguecida por las evaluaciones más superficiales, “Carmona era un antichavista silencioso y parecía buena gente”, “Los líderes del paro eran profesionales petroleros muy brillantes, ¡hablaban muy bien!, ellos sí sabían lo que hacían”. En paralelo, pequeños grupos de trabajo creaban agendas sobre el “rol de la mujer”, “plan sostenible de nación”, “fortalecimiento del poder regional”, pero no fueron escuchados por quienes ostentaban el cetro en la mal llamada “Coordinadora Democrática”, que actuó como un gran robot conducido por tres o cuatro cerebros sin comunicación mutua.
Nación Ni-Ni
Hugo Chávez supera el 40% de popularidad en algunas encuestas, realizadas a finales de 2005, contra candidatos del escualismo tradicional. Cifra incomprensible si se compara a la Venezuela de 1998 contra la República Bolivariana de 2006, un lodazal pleno de corrupción, pobreza, desempleo, deterioro de infraestructuras e impunidad de los poderosos. Tal vez, las habilidades comunicacionales del equipo presidencial han logrado capitalizar a su favor los desaciertos escuálidos: golpe de Estado contra el poder ejecutivo y legislativo, paro general, paro petrolero, liderazgo difuso y abandono de los escaños legislativos. Ambos, chavismo y escualismo, han propiciado y potenciado el abstencionismo (Ni-Ni), que sobrepasó el 80% en las pasadas elecciones legislativas.
Ese desprecio por las mayorías es un “Talón de Aquiles” consensuado, brecha que podría conquistar una oposición no escuálida, que sea vanguardista, creativa, sustentada en un liderazgo sólido, enfocada en alianzas nacionales e internacionales y que emerja de las inquietudes de todos los sectores que conforman la sociedad civil, con agendas transparentes y estructurada para competir en una carrera de relevo, que empieza en 2006, pero podría culminar en las elecciones de 2012.
(*): Lee el cuento «(%=Link(«http://analitica.com/bitblio/coll/diente.asp»,»El diente roto»)%)» de Pedro Emilio Coll