Como gato panza arriba
Peleando como un gato panza arriba el sector duro del gobierno, victima de su propia incapacidad para afrontar los retos de un país que no los quiere, tiene miedo. Se debate entre profundizar su autocracia o pactar su sobrevivencia. Gatos bodegueros con la panza llena de sus no muy santas gulas. Los arañazos que lanza son precipitados pero peligrosos. La actividad del gobierno y de la administración pública se guía por los discursos del Autócrata y los autómatas actuando, con abúlicas sonrisas, ausentes de la costumbre de pensar.
La aparente tranquilidad en que se desenvuelven las actividades nacionales, tiene el aspecto de los pastos altos cuyos ápices solo se agitan al influjo del viento; pero debajo de ellos se mueve la marejada inmensa del descontento y la intranquilidad. El arma del temeroso no puede ser otra que volcar su terror esparciéndolo a diestra y siniestra por medio de sus ya descalificados voceros o por su propia y desequilibrada actuación.
Intenta asustarnos con la supresión de la libertad de expresión, conculcando los derechos de propiedad, poniendo trabas para los procesos electorales, limitando las libertades educativas y con cuanto argumento encuentra para pregonar que es todo poderoso y que no le queda al pueblo democrático otra alternativa que inhibirse de actuar. Siembra la desesperanza, compra y soborna adhesiones, merma los niveles de compromiso, nos llena de fatales prudencias y nos conduce al individualismo. Todo ello con la ambición de mermar nuestra moral de victoria.
Por ello debemos cruzar los umbrales del miedo, elevar nuestros niveles de compromiso, eliminar las barreras del sectarismo y mermar cálculos desde la cultura del egoísmo y el protagonismo improductivo.
No es un secreto de que el miedo forma parte de nuestro quehacer cotidiano. Es un miedo semioculto bajo los muchos disfraces que esta sociedad nos ofrece. Ello forma parte del éxito de la autocracia que a través del temor somete a los ciudadanos y a su libre albedrío.
No sería este un panorama muy alentador sino tuviéramos la presencia de la multitudinaria presentación de la candidatura unitaria nacional de Manuel Rosales. Ello nos pone en el camino de comprender que ese miedo que pretenden inyectarnos no es otra cosa que el temor a perder la hegemonía que hasta ahora han usufructuado quienes en base a mentiras, trampas y dispendios se mantienen con visos de ilegitimidad en le poder.
Que nuestra lucha sea mas allá de los bienes materiales para salvar al país de una ideología ajena al sentir nacional.
Que nuestro delito no sea por la imposibilidad unirnos para entregarle a las actuales y a las nuevas generaciones una patria digna que viva en bienestar y libertad.