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Sobre una polémica movilización

Pues bien, se realizó la movilización que tan polémica resultó en estos días. Al cabo fue una concentración en Caracas y marchas en varias ciudades.  Por lo que muestran las gráficas y videos la asistencia fue sin duda enorme, lo cual revela las energías represadas que alberga el colectivo opositor, urgido de expresar pacíficamente su fiero descontento con la desgracia que nos azota. Y también de expresar a viva voz y en los espacios públicos urbanos su solidaridad con los presos políticos, que nos pertenecen y duelen a todos.

Quienes manifestamos objeciones con la iniciativa debemos reconocer sin mezquindad el éxito que en este sentido se apuntaron los convocantes. ¡Chapeau, pues! Pero es menester también hacer algunas  precisiones posteriores, siempre en procura de la mayor claridad que nos sea posible para entender el momento que vivimos, los desafíos que comporta y las conductas y acciones más adecuadas para encararlo con éxito.

Las multitudes que se congregaron en el Centro Lido de Caracas, en varias ciudades del país y hasta del exterior, no lo hicieron a favor de nadie ni en contra de nadie en la oposición venezolana. Lo hicieron contra la situación opresiva y la devastación social y humana creada por el régimen chavista. Quienes crean que las multitudes congregadas lo hicieron para rechazar o reemplazar a la MUD y a ciertos dirigentes opositores se equivocarían una vez más.

La parte de la convocatoria que esas multitudes acataron fue la que contuvo un cariz de unidad, de defensa sin distinción de nuestros presos y de llamado a la celebración con fecha de elecciones legislativas. El matiz exclusivista de la convocatoria –que también lo tuvo, en aspectos de su tono y de sus procedimientos- negador de la MUD y reclamante de una parcela de liderazgo por sobre los demás actores de la lucha, sólo es compartido ciegamente por un pequeño grupo de fanatizados acólitos o por desesperados partisanos del “vete ya” y del “esto sólo termina a plomo”, quienes encuentran en estas rebeliones contra “la dirigencia oficial” una suerte de ungüento analgésico para su dolorosa frustración por sus repetidos fracasos.

Similar error cometerían quienes vean en esas multitudes inusitadas demostraciones de fuerza propia, o el germen de nuevas rebeliones como la fallida aventura del año pasado. Para comenzar, el significativo público que atendió las concentraciones no es en nada distinto de los que por centenas de miles, y a veces millones, tuvimos en nuestra larga saga antichavista. Es la clase media radicalizada, principalmente la élite socio-económica de esa clase media, la que siempre ha acompañado las movilizaciones pa-cí-fi-cas contra este régimen. Admirable en su consecuencia pero netamente insuficiente para obtener la victoria en cualquier escenario, como ha quedado demostrado en estos 16 años.

Los sectores menos favorecidos, los que sufren con mayor rigor el drama de todo orden que afrontamos, no estaban ahí. A veces y por breves períodos hemos podido sumar franjas significativas de ellos, siempre en situaciones electorales. Esos compatriotas no estuvieron allí y probablemente nunca estarán, mientras la convocatoria posea la agenda netamente política que esta nueva vez la motivó. Pero votarán sin duda, y podremos esta vez lograr que lo hagan por nuestros candidatos, si la agenda que se les propone se refiere a los problemas que a ellos los afectan y preocupan, en vez de los problemas que angustian al sector socio-político que ha sido la oposición hasta ahora. Una agenda social, humana y cultural, perfectamente conseguible por el camino electoral, la que muy pocos están divulgando y que es motivo de las peores ofensas y calumnias contra los pocos que trabajan para ponerla sobre el tapete.

La tercera equivocación que deberían evitar los convocantes de hoy es creer que les ha llegado la hora (no será esa la #Hora0 que divulgaron por Twitter…) de reemplazar a la MUD con una alianza que repita la coalición inmediatista que se formó el año pasado para #LaSalida; o de tomar su control “por la fuerza de las masas” hoy congregadas. No creo que sean tan insensatos, pero de las dos peregrinas ideas leí hoy en las redes (incluida la petición de renuncia de Chúo Torrealba), en medio del competitivo triunfalismo de algunos. De cualquiera de las dos ideas saldrían sin éxito, pero lastimarían de tal manera las posibilidades de victoria que no me atrevo a imaginar las consecuencias. Peores errores y tragedias históricas han ocurrido, por lo que no estimo banal alertar sobre ello.

En fin, queda esperar cómo administrarán su éxito los convocantes de las movilizaciones, en particular quien es el CEO indiscutible de la operación. De la manera como reaccionen dependerá mucho el futuro de nuestra lucha común, lo que habla del poder que ello les otorgó. Pero no exageren, no es para tanto. Hay poderes que sirven más para destruir que para construir, como el que dispuso el piloto alemán que estrelló el avión sobre los Alpes.

Por los momentos, nada más tengo que añadir sobre este particular, en espera de lo que nos deparen los próximos días.

@TUrgelles

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Un comentario

  1. De entrada queda descartada cualquier posibilidad de una salida de fuerza por parte de los opositores, no tienen con que ni están entrenados para ello ; máxime, si tomamos en cuenta que ya han egresado decenas de promociones militares totalmente socializados para servir a la ´´revolución´´ y además el Estado cuenta con fuerzas paramilitares (colectivos) bien armadas ; un Ejército de ´´milicianos´´ como primera fuerza de choque ; y unas FANB que lo tienen todo y gozan de privilegios excepcionales. No lo van a arriesgar todo por nada. Y es que hay factores mucho mas preocupantes y desestabilizadores como el ´´gerrymandering´´ o como lo define Miguel Moll (´´ El parlamento gerrymandería no: el caso de Venezuela´´) : ´´ anglicanismo que se emplea para manipular los circuitos – circunscripciones – de votación ( uniéndolas o separándolas) y así provocar distorsiones que le permiten mantener el poder al gobierno de turno´´. Todo ajustado a derecho y que se traduce en la practica que entre mas votos se obtengan, menos diputados acceden a la Asamblea Nacional. Y esto sin contar con el control absoluto de todos los poderes públicos por parte del Ejecutivo ( gobierno). Solo ganando las elecciones parlamentarias por una mayoría absoluta, puede la oposición derrotar la hegemonía roja. Y no es nuestro caso.

    Si me presionan un poco, me atrevería a decir que estamos mas cerca de la ´´TORMENTA PERFECTA´´ que de la ´´UNIDAD PERFECTA´´, ya que posibilidades de rectificación son a temporales cara a las parlamentarias ; y solo tal vez, cara a las presidenciales ; y eso, si se produce una rectificación radical, cosa de la cual dudo salvo que la debacle institucional sea de tal magnitud, que la UNIDAD sea cuestión de mera supervivencia. Y es que como apunta el señor Urgelles, en esa ´´muestra´´ faltó mucho pueblo y sobró mucha clase media. Resultó representativa para un sector de los mas de dieciocho millones inscritos para votar y en donde ciertamente, nadie pensó en la MUD ni ese era el objetivo. El país sigue dividido en dos grandes toletes y en donde el único peligro para el PSUV es el PSUV mismo y sus graves conflictos con sus propias bases. Hasta puede que un pequeño partido como Marea Socialista o el partido del señor Barreto se beneficien de la debacle ´´roja´´. Todo menos votar por la derecha pareciera ser la consigna implícita en esta atomización de todas las fuerzas políticas sin excepción. Y es que como un cáncer el populismo y la demagogia se extienden por el mundo con el nombre de ´´socialismo´´ y todo gracias a unas desigualdades sociales que parece, no hay intención alguna para corregir. No obstante, la marcha opositora arrojó un poco de luz para insinuarnos cual es el camino a seguir. El que lo tomen o no, es su reto y su problema o que poco les importe lo que les ocurra a todos los ´´indignados´´ que ya sobran en este país y que el día de las elecciones ya sabremos como expresarán su descontento . Aunque no es tan difícil imaginarlo.

    El desastre vendrá y difícilmente lo podremos evitar, estamos escribiendo la ´´tragedia histórica´´ de un pueblo y una dirigencia ciega, sorda y muda, empeñadas en destruir una nación que teniéndolo todo no tiene nada. Y es que lo lamentable de todo esto ha sido el no rectificar cuando se pudo hacerlo. Ahora la tarea de reconstruir el país será la tarea de las futuras generaciones puesto que nosotros nos hemos colocado en el ´´fuera de juego´´. Comparto esa especie de ´´realismo pesimista´´ del autor.

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