¡Cuidado con la abstención!
Compartí en su oportunidad, como táctica de la lucha contra la dictadura y a propósito de las elecciones legislativas, la tesis de la abstención. Fue, en tanto que hecho político, contundente en sus resultados. Minó el ánimo del propio régimen por lo imprevista y de suyo le asustó, así como renovó en los opositores la convicción de ser la mayoría.
Las dudas acerca de la certidumbre o no del fraude habido durante el referéndum revocatorio, alimentadas entre los propios opositores e impulsadas por quienes de buena fe o por intereses “extraños” dijeron sobre la victoria de Hugo Chávez a contrapelo de la intuición popular, en mucho contribuyeron a la sensación de derrota que luego hizo presa de la misma oposición. De modo que, en su momento, la abstención jugó y se explicó sobre un doble papel: deslegitimar al régimen hacia fuera y restablecer la capacidad de la resistencia democrática hacia adentro.
De cara al presente, sin embargo, no estoy convencido de la conveniencia de la abstención a pesar de dos circunstancias de peso. Las condiciones electorales para el ejercicio transparente del voto no existen ni las dará el régimen, aparte de que no veo al milico que nos ha secuestrado como país despojándose de la banda presidencial para entregarla a su eventual sucesor. Aspirarlo no cabe para quienes conocen bien a este personaje y sus orígenes y si acaso ocurre sería un milagro, inasible por el quehacer humano.
Lo que pasa, pues, es que frente al curso fatal que han tomado los acontecimientos y la inminencia de una reingeniería constitucional que hará cristalizar en Venezuela el modelo político cubano, remozado a la luz del siglo XXI, lo peor es permanecer lerdos y deshojando la margarita o rogándole a Dios por la venida del Mesías. Y en ese hacer necesario e impostergable, la abstención parecería no responder a los cometidos que otrora la justificaron.
Vayamos por partes.
Si se busca deslegitimar una vez más a Chávez, cabría preguntarse ante quién tiene sentido hacerlo con vista a los efectos. ¿Frente al propio régimen y sus seguidores? ¿Les importará? ¿Tendrán la sensibilidad como para hacerse eco de la voluntad popular y acatarla, como lo hiciera De la Rúa en Argentina antes de dimitir a la Jefatura del Estado? Al ladrón y al sinvergüenza, creo, poca mella les hace que los tachen de tales.
¿Lo haremos para reafirmar ante nosotros, los demócratas, aquello que ha de sernos evidente? Quienes, desde ciertos bastiones, cuidan – quizá por temor al qué dirán – las caretas de opositores y a la vez predican que Chávez es invencible, arguyendo la variable de los precios petroleros, de ordinario lo afirman por carecer de iniciativas para la lucha o no les interesan, en la medida en que también se benefician de las dádivas del régimen. Así de simple.
El resto, la mayoría, si aún hoy resbala ante la ilegitimidad de Chávez o sobre la factura de su desgobierno dilapidador, fomentador de la ruina espiritual y material del país, totalitario, militarista, corrompido, procastrista amén de partisano del terrorismo internacional, no creo que la abstención les agregue algo de piso y estabilidad. En la hipótesis media, justamente, la fuga intelectual de quien sobrevive a la tragedia.
Ahora, si lo que se pretende es concitar la sensibilidad mundial en espera de que los gobiernos extranjeros o los observadores internacionales le pongan frenos al “chavismo revolucionario” y su decurso fatal, por antidemocrático e ilegítimo, quien albergue esa esperanza o navega en la virtualidad o se baña en las aguas del autismo político.
¿No han sido suficientes los desplantes del insulso Secretario de la OEA, señor Insulza, como para entender que a él y a los gobiernos del Hemisferio poco les importa la democracia venezolana y su destino, que no sea en cuanto les afecte en sus intereses como clientela? ¿O es que Chávez ¡válgame Dios! no le ha dado razones de mayor peso a la comunidad de las naciones como para que lo reprenda? ¿Qué reacción práctica, siquiera nominal, han concitado el armamentismo que éste prohija, sus intervenciones en la política interna de otros Estados, sus apoyos abiertos a la FARC y al fundamentalismo islámico, sus alianzas con Corea de Norte, Irán, Bielorús y paremos de contar?.
De modo que, la opción que nos queda, la única y veraz, es lidiar tozudamente con nuestro drama – mientras podamos – y diciembre es un momento. Es una razón para la resistencia activa y para la protesta, un escollo – que no un final – para reclamar el voto limpio, para confrontar al régimen con nosotros mismos y para hacerle ver a cada uno de hijos de esta patria adolorida que si ella se pierde no será porque le faltaron manos y voluntad para sostenerla, para protegerla de su regresión hacia las cavernas. Punto.
Entre líneas
• Sigue exportándose la revolución. El Embajador de Chávez en Buenos Aires, Roger Capella, fungió de primer acompañante del ex piquetero Luis D’Elía, sub secretario de Tierras para el Hábitat Social del Gobierno del Presidente Kirchner, cuando aquel presentara ante el Congreso, el pasado día 17, un proyecto de ley para expropiar 296.000 hectáreas en la zona de los esteros del Iberá (Corrientes) pertenecientes al empresario norteamericano Douglas Tompkins. En otra época, tal protagonismo del diplomático de marras hubiese sido tachado por violatorio de los deberes de no intervención en la política interna del país que lo recibe.
• Elisa Carrió, diputada argentina, desde Lima y al presentar su libro “La concepción del poder desde las mujeres», recordó al presidente Kirchner que tener “políticas diferentes y muy distintas de los Estados Unidos no puede significar que se apoye a Chávez y su política confrontativa”. Lo narra Perfil, semanario político, desde Buenos Aires. Nada más.
• Las fotos no engañan y las que vi no estaban trucadas. La fuerza multitudinaria de la marcha hecha presente y dominada por los sectores populares durante la inscripción de la candidatura presidencial de Manuel Rosales recuerda los mejores tiempos de la lucha previa al RR. ¡Ojalá hayan aprendido los partidos y la sociedad civil invertebrada las dura lección de lo ocurrido entonces!
• Leo a Jorge Fontanavecchia y no dejo de mirar sobre nuestro drama desde cuando el milico Chávez secuestró a Venezuela. El periodista, refiriéndose a la banalidad del mal y la normalización de lo increíble, apunta con lucidez – siguiendo a Rosemary Rizo y su Belcebú – que la disociación entre el Estado – léase el interés público – y la sociedad precede a los tiranos. La disociación no es obra de éstos sino su consecuencia, por la falta de la misma sociedad para asumir responsabilidades colectivas: pensando y dejando de ser espectadora, evitando se “rutinice” la barbarie.
• Se critica, no sin razón, el protagonismo de la Casa Blanca en los conflictos bélicos de más reciente data. Mas lo cierto es que los demás Estados, ora por partisanos los atizan solapa o abiertamente, ora se muestran dubitativos – como es el caso de Europa occidental a propósito de guerra entre Israel y el movimiento terrorista Hezbollah – cuando se les pide hacer cumplir los mandatos de paz emanados de la ONU.