La suerte está echada
Las fórmulas dictatoriales también evolucionan, haciendo innecesario en muchos casos la directa represión e inmediata muerte de adversarios, opositores y disidentes. Hoy, el asombroso progreso y extensión de los medios de comunicación contribuye a un más eficaz linchamiento moral que antes solventaba la sola y literal ejecución en el paredón. Por cierto, ya no resulta indispensable fusilar de nuevo al periodista, hincando la bala de gracia sobre el cadáver de Ambrose Bierce, para dejar pública y notariada constancia de la voluntad del poder, como muy bien lo retrató Carlos Fuentes en su novela «Gringo viejo», porque basta la noticia de la orden dada por Kim Jong-un para generar todos los efectos deseados, así su ministro de Defensa, Hyon Yong-chol, sobreviva resignada y anónimamente en rincón alejado de Pionyang.
La reciente inhabilitación del ex – gobernador César Pérez Vivas y de más de una veintena de editores que incluye la prohibición de salida del país, equivale a las viejas modalidades represivas. Muy del siglo XXI, la dictadura semicompetitiva venezolana ha hallado fórmulas que compaginan con la sobreviviente y resistente cultura democrática, perfeccionando sus respuestas ante la crisis que la asedia.
Además, un viejo malentendido tributario, un remoto problema de tránsito vehicular, algún percance en el personalísimo proceso de divorcio u otras vicisitudes domésticas, puede originar e inflamar una investigación que conduzca al cadalzo – muy del siglo presente – a ese adversario, oponente y disidente. Con mayor razón, cuando ha sido frontal y arriesgada la discrepancia de quienes gozan de un determinado prestigio democrático, u ocuparon serias responsabilidades públicas, añadido al que sencillamente hizo una rectificación de posturas, antes cortejado por lo que todavía pertenecen a los elencos del poder establecido.
Los celebérrimos procesos de Moscú, públicos y secretos, adelantados por Stalin, quebraron a los bolcheviques mismos que hicieron posible la Revolución de Octubre (entre otros, a Zinóviev, Kámenev, Mrachkovsky). Y, comenta Isaac Deutscher en la biografía del giorgiano, que no hubo prueba alguna verificable judicialmente.
Ahora sublimados, se acercan los días en los que, suficientemente neutralizada la oposición nominal, la razzia moral llegará al oficialismo y, por una u otra razón, con unos u otros procedimientos, habrá las purgas correspondientes a un poder que se ha prolongado demasiado. No supieron Héctor Navarro o Jorge Giordani de una embajada, como el Rafael Ramírez que respira a Nueva York desde las terrazas de la ONU, pero – excepto logren el perdón aparentemente conseguido por los William Ojeda – se retiran con toda y Marea Socialista, o correrán semejante suerte a los inhabilitados y prohibidos de esta hora.
@LuisBarraganJ