Opinión Nacional

EL oscuro corazón de las encuestas

Sorprende la carencia de preocupación de la élite política e intelectual del país por la ética empresarial y la moral del mercado por los fines, objetivos y propósitos de las empresas encuestadoras nacionales. Una insólita perversión de la política, rebajada a espectáculo digno de estudios de rating y medición de share como si de telenovelas y programas de entretenimientos sabatinos se tratara, ha puesto en manos de los propietarios de dichas empresas privadas un poderoso instrumento de manipulación y enriquecimiento. En un régimen predominantemente capitalista como el dominante, tal propósito de enriquecimiento no debiera verse cuestionado de manera oficial. Pero las empresas encuestadoras no venden zapatos ni fabrican colchones, objetos cuya bondad no depende de la conciencia del fabricante: venden imaginarias preferencias y fabrican matrices de opinión. Un terreno, cuando menos, subsumible a la preocupación de la moral ciudadana. Pues podría verse el caso altamente probable que una nación viera manipulada y torcida su voluntad ciudadana gracias a esos instrumentos demoscópicos convertidos en espejos de perversión y distorsión consciente de la voluntad ciudadana. ¿No es imaginable un régimen totalitario legitimado por una voluntad medida demoscópicamente?

Pruebas al canto. Ninguna de las empresas encuestadoras nacionales predijo con una mínima proximidad de puntos porcentuales ˆ y el destino de un país puede depender en determinadas circunstancias de décimas de puntos, como lo acaban de demostrar las elecciones mejicanas ˆ la voluntad abstencionista de los votantes durante el último proceso electoral del 4 de diciembre pasado. Invito a los foristas a dar con las cifras de abstencionismo que los Sres. Luis Vicente León, Gil Yepes y Seijas le adelantaran a la opinión pública nacional con ocasión de las elecciones parlamentarias, encontrando entonces amplio respaldo mediático, y las confronten con los resultados oficiales dados tanto por el propio CNE como por SÚMATE. Las diferencias que encontrarán no son de décimas de punto, ni siquiera de 2 o 3 puntos porcentuales, según la norma de fiabilidad con que dichos señores suelen respaldar sus estudios de medición y darle patente de infalible y científica objetividad. Fueron de decenas y decenas de puntos.

¿Con qué autoridad moral pueden vendernos hoy sus estudios de opinión los mencionados señores? ¿Qué correctivos asumieron luego de sus insólitas y vergonzosas predicciones completa y absolutamente ajenas a la realidad? ¿Qué disculpas adelantaron ante la ciudadanía venezolana? ¿¿Con qué derecho nos adelantan hoy sus irresponsables vaticinios?

Nada más adelantar los Sres. Gil Yepes y Luis Vicente León sus últimos resultados, periodistas al servicio del régimen las destacaban en sus titulares de primera página. Para llegar luego vía agencias internacionales a la opinión pública internacional y convertirse en sesudos informes de gobiernos extranjeros. Un servicio de alta estima, digno de ser debidamente recompensado, que podría facilitar el día de mañana un fraude descomunal contra la voluntad electora de toda una nación. Tal como sucediera el 15 de agosto, cuando estos mismos encuestadores pavimentaran el camino de uno de los crímenes políticos más graves cometidos contra la voluntad ciudadana.

No debemos volver a permitirlo.

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