El cambio es indetenible
Hay ambiente de cambio en Venezuela. Se comenta en alta y en baja voz. Una ola de optimismo recorre el país. La gente percibe que nos acercamos al final de un tiempo que pudo ser y no fue. No sabe cuanto falta, ni quiere imaginarse a los protagonistas de lo que habrá de sustituir al régimen. La presencia del estudiantado en las calles, las múltiples concentraciones en asambleas que han tenido como escenarios plazas y estadios de enorme tradición en reclamo por las agresiones a la libertad de expresión, de solidaridad con los periodistas y comunicadores, ha desnudado al régimen. Chávez luce desconcertado como nunca antes. Avanza y retrocede. Trata de disimular su responsabilidad en el fracaso del gobierno, pero no puede. No confía en nadie porque sabe que a estas alturas nadie puede confiar en él. Hipocresía, arrogancia, cinismo, corrupción e incompetencia.
El país nacional finalmente entendió que si quiere conservar lo mucho o poco que tiene, la vida, la libertad, el derecho a trabajar en paz y mantener decentemente una familia, tiene que rebelarse y actuar para ponerle punto final a la situación actual. Ningún país puede soportar este clima de incertidumbre con olor a fraude cuando están en peligro la libertad y la existencia misma. La rebeldía estudiantil ha roto la barrera del miedo y la comodidad que paralizaba a muchos. La incertidumbre se apodera ahora de los prevalidos del régimen, particularmente de un Chávez desconcertado y correlón ante el temor de la protesta en los estadios de la Copa América, los reclamos de los pobres desilusionados en la puesta en servicio del viaducto a La Guaira, por la reacción mundial con relación al cierre de RCTV o por la no aprobación del ingreso de Venezuela a MERCOSUR. Nuevamente trata de hacer tiempo fuera del país, a esperar que pase la tormenta evaluando el mil millonario negocio en dólares de las armas rusas en Moscú, dando explicaciones y afinando convenios con el gobierno iraní, e inventariando el enorme fondo operativo que han montado, con dinero venezolano, quienes manejan el tablero internacional para el que trabaja para financiar las actividades subversivas de los gobiernos y organizaciones más forajidos del planeta.
Hubiéramos querido que este hombre hubiera comprendido a tiempo la inutilidad de sus esfuerzos, al menos a largo plazo, pero no ha sabido o no ha querido verlo. Todos los días añade nuevas ofensas a quienes no son sus incondicionales sirvientes, e incluso, también a éstos, agotando la paciencia de todos. Para Hugo Chávez el abuso del poder no ha tenido límites. Pide y toma, más y más. Hoy luce enloquecido creyéndose el disfraz de cada día. Ya no sabe si es él o uno de sus ropajes. Venezuela tiene a un Presidente completamente alejado de sus obligaciones constitucionales y legales. Los viejos izquierdistas no salen de su asombro al descubrir que en el siglo XXI, se puede ser comunista, revolucionario y millonario. El cambio es indetenible.
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