El bobo feroz
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A propósito de la última barbarie de Mico-comandante y Presidente de echar por la borda más de medio siglo de fructífera existencia de RCTV, sin importarle un comino las consecuencias que sin duda vendrán, consideré oportuno traer a ustedes, amigos lectores, para su reflexión y análisis el premonitorio editorial de Juan Tomás de Salas, a la fecha director de la revista española Cambio 16 del 17 de febrero de 1992, el cual sin su permiso transcribo textualmente:
“En nuestra civilización hispánica se diría que existe un gen loco que permite a los genízaros o ramboides de turno arrogarse de vez en cuando el infernal papel de salvapatrias. Acaba de ocurrir en Venezuela, donde la semana pasada un teniente coronel Hugo Chávez decidió promocionarse a dictador de su patria, sin lograrlo a Dios gracias.
Y lo malo de estos estallidos de locura colectiva en que consisten las intentonas de golpe militar, es que debilitan las instituciones civiles, hacen befa de la ley agrava todos los problemas de la patria que se quiere salvar. Por ejemplo, en Venezuela uno de los pretextos utilizados por los golpistas para sublevarse fue la corrupción existente en el país. Ocurre sólo que ninguna corrupción se acerca en nada a la corrupción máxima del golpe militar.
Ningún mandatario o funcionario público puede cometer ni de lejos delito de corrupción política semejante a la barbarie supina de apoderarse de las armas de la república para aplastar con ellas sus instituciones y usurpar el poder otorgado por el pueblo. Enriquecerse con la función pública, a pesar de ser tarea condenable, es juego de niños comparado con la utilización violenta de las armas del pueblo para aplastar las instituciones republicanas. Esa es la corrupción suprema. Y cuando ese gran bobo feroz del teniente coronel Hugo Chávez justifica su locura por la supuesta corrupción existente, bien convendría explicarle que extirpar la corrupción con tanques sublevados es algo así como curar un dolor de cabeza con guillotina. Estupidez monumental.
Pero los golpes militares son además estupideces sangrientas. No resuelven jamás los problemas que los inspiran y aquejan a la patria, pero, eso sí, la llenan de cadáveres. Hasta la frágil intentona de Hugo Chávez ha hecho correr la sangre a borbotones. Nadie vivirá ni una pizca mejor porque este héroe ramboidal y cuartelero haya decidido quebrantar su juramento de lealtad a su pueblo, pero sí habrá aumentado el número de tumbas.
Dicho esto, toca sin embargo aceptar que algo grave está ocurriendo en Venezuela. Una cierta esclerosis del sistema, sospechas de corrupción más o menos generalizada, una economía ineficaz a la que ha habido que liberar de subsidios múltiples, un petróleo a la baja, etc, etc, han traído consigo una desmoralización social grave. Prueba de ello, la mayor prueba, es la locura suprema, la gran corrupción del teniente coronel Hugo Chávez.
La salida al problema ya se sabe dónde está: en el respeto estricto a la legalidad republicana y en el coraje de personas, grupos y políticos venezolanos para llamar a las cosas por su nombre y buscar solución a los problemas. Solución que no pasa por volver a las andadas de la economía ineficaz y limosnera, sino por la toma de decisiones duras que castiguen la corrupción, depuren a los corruptos, castiguen la ineficacia pública y encierren a los rambos locoides en las cárceles que se merecen sus sueños de deslealtad y muerte. Pero, eso sí, la culpa de lo que ocurre no la tiene la prensa, ni la tiene Uslar Pietri, ni la tienen los que denunciaron a tiempo los nubarrones. Héroes civiles son los que tienen ahora la llave del futuro.” Como mencioné al comienzo, saquen ustedes mismos sus conclusiones y examinen sin pasión alguna los efectos y el rastro de ésta revolución que prometió un mundo de esperanzas con la quinta república y más bien parece ahora la quinta paila infernal del propio Belcebú.