Opinión Nacional

¿El final de la república?

Presenciamos el fin de Venezuela como república democrática. Desaparece la democracia como sistema de vida. Los principios y valores que la alimentan carecen de espacio para mantener su vigencia. Hasta ahora, incluso bajo circunstanciales gobiernos autoritarios, habían orientado las relaciones entre los ciudadanos y las de estos con el estado-gobierno. Un orden esencial derivado del respeto a la Ley, de límites claramente establecidos al poder público, de la separación e independencia de sus distintas ramas que permitía el relativamente eficiente control del poder por el poder mismo y algunas cosas adicionales, autorizaban una existencia confiada en las posibilidades infinitas del país para realizarse como nación y en las oportunidades de cada ciudadano para crecer y como consecuencia primordial del esfuerzo individual. Todo se acaba en nombre de una revolución socialista a la cubana que la inmensa mayoría de los venezolanos rechaza. Pero el señor Chávez nos recuerda diariamente su disposición de imponerla a sangre y fuego.

Sería legítimo preguntar: ¿Si la inmensa mayoría la rechaza, como es posible que quien la impone se mantenga en el poder y los venezolanos luzcan resignados a la tiranía? ¿Dónde está la sociedad democrática de Venezuela, integrada por civiles y militares, tan ruidosa como pretenciosa hasta hace poco, que baja el volumen a la protesta y procura acomodarse a lo que llega? Confieso que no tengo respuesta clara frente a estas y otras interrogantes parecidas, pero sí percepciones e indicios que ayudan a mantener el rumbo. Venezuela no es ni será nunca comunista por su propia voluntad, pero muchos aún dudan de la verdadera naturaleza del régimen, de buena o de mala fe, por confusión o por oportunismo que los lleva a actuar como si no fuera cierto. La inmensa mayoría es partidaria de la propiedad privada individual y rechaza todo intento por desnaturalizar su valor integral. Quienes más se aferran a lo poco que tienen son los más pobres y son ellos quienes sienten mayor temor ante los abusos del régimen contra la propiedad. El pueblo rechaza el paramilitarismo uniformado que en nombre del socialismo “bolivariano” ofrece muerte y sustituye la fuerza armada regular que tanto necesita. Quiere las mejores relaciones posibles con Estados Unidos y vivir en paz y armonía con todos. Rechaza el armamentismo, la violencia física y verbal, el odio y el racismo. En síntesis, rechaza todo cuanto Chávez es, dice y representa, pero no sabe como salir del túnel en que se encuentra. El problema es que tampoco ve en el liderazgo opositor formal y tradicional disposición a sacrificarlo todo por la libertad. Por supuesto, hay excepciones en el mundo comunicacional, empresarial, social y político. Pero no habrá solución mientras los mismos sigan haciendo lo mismo. Frente a la tiranía no hay oposición alternativa. Debe haber resistencia, desconocimiento e insurgencia. Ética y constitucionalmente hay bases de sobra.

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