Y ahora, la medicina
La ineficiencia del régimen se traduce en una frenética arremetida contra el sector privado. Como el gobierno no ha implementado una reforma agraria que otorgue titularidad de las tierras a los campesinos y los provea de técnicas de progreso para que sean realmente productivos, lo remedian invadiendo o expropiando fincas en plena producción. Como no han sido capaces de producir alimentos, arruinan la producción nacional porque congelan los precios por debajo de los costos, o los importan de países con los que no se puede competir. Como en educación no han tenido éxito en darle a los educandos herramientas para surgir y prosperar en la vida, cuestionan lo que se imparte en los colegios privados y encima pretenden aprobar una ley de educación que iguale para abajo y perpetúe la mediocridad. Pareciera que el desideratum máximo fuera destruirlo todo. Y ahora, a pesar de contar con un programa que aparentemente funciona, como es Barrio Adentro, advierten que podrían emprenderla contra la medicina privada: palabras del Presidente de hace unos días.
El 7 de abril pasado, Miguel Sanmartín, Jefe de Información del diario El Universal, escribió en su columna un estupendo artículo, «Privatizar vs. Optimizar», en el que defendió la gestión de las clínicas privadas. Sostiene Sanmartín que el remedio contra el alto costo de la medicina (la buena medicina en ninguna parte del mundo es barata, sea privada o pública) es mejorar las condiciones de hospitales y del servicio de salud en general, hasta que esté en condiciones de competir con la medicina privada:
«La medicina en Venezuela es de primera. A nivel privado. Alguna vez lo fue también la pública. Reconocida como la mejor de Latinoamérica. Lo seguiría siendo si los hospitales estuvieran bien mantenidos y dotados. Con presupuesto y personal suficiente. Con equipos sanos y modernos. ¿Qué las clínicas son costosas? Pues sí. ¿En algún país es económico cuidar la salud? A pesar de la galopante inflación que impacta también al sector salud, muchos pacientes extranjeros, incluso de Estados Unidos, prefieren venir a tratarse en Venezuela porque le resulta más barato y por la formidable calidad y abnegación de los médicos criollos.
¿Se consideran excesivos los precios de consultas e intervenciones quirúrgicas? Los únicos antídotos no pueden ser la regulación y la expropiación. El remedio más contundente sería optimizar los hospitales públicos. ¿Por qué no se hace? ¿El régimen no puede o no quiere? ¿Se pretende eliminar lo que funciona bien para que no haya punto de comparación? En el comunismo la igualación siempre será por debajo. ¡Que reine la mediocridad! ¿Es así?»
Soy prima de uno de los pioneros de la cardiología en Venezuela, el doctor Rubén Jaén Centeno, accionista del Centro Médico de Caracas desde hace 50 años. Sé que él nunca ha recibido un dividendo, pues las ganancias de esa reputada clínica se reinvierten en aparatos costosísimos, que colocan nuestra medicina privada a la par de las mejores del mundo. Las cifras que respaldan esta aseveración las tienen la inmensa mayoría de las clínicas privadas. Por ejemplo, un resonador magnético o una máquina para cateterismos tienen un costo superior a los dos millones de dólares. La inversión es tan grande que los fabricantes se han visto obligados a arrendarlas para tratar de amortizar los costos. Para colmo, debido a las deficiencias de los hospitales del Estado, las clases B y C han tomado seguros privados y la asistencia a los centros privados es tan masiva que ha traído como consecuencia un deterioro de los servicios, tanto por falla de medicamentos (gracias a Cadivi) como por superación de la capacidad física.
Los médicos que ganan dinero son los médicos exitosos, y el éxito se debe a años de estudio y trabajo, constancia y esfuerzo. Antes, ahora y siempre. Y esto es así si no se incapacitan, porque si tienen esa desgracia, no percibirán ni un centavo.
Todos los enfermos quieren verse con los mejores médicos, es natural. ¿Por qué no llevar las experiencias exitosas a los hospitales públicos? ¿Será porque es más fácil ir contra la medicina privada, o sea, una vez más, destruir lo bueno que hay?…