Intelectuales o tontos útiles
Para enseñar al campesino y cumplir con los designios del Padre de la Patria en su lucha por dar moral y luces a Venezuela, me hice maestro normalista rural: para luchar contra la dictadura militar de Pérez Jiménez, ayudar a la pacificación del país y a la estructuración profesional de sus fuerzas armadas, me hice militar; para encontrar paridad y equilibrio entre poder y justicia, me hice abogado; para encontrar y clarificar el ejercicio del poder, me hice administrador público, y para encontrar la envolvente democrática de un pueblo militarista, me hice magister en seguridad y defensa nacional.
Ha sido una larga y sacrificada vida, pero plena de orgullo y productiva. Sin ínfulas de pelotero, incursioné y ejercí el fildeo en cuadro de primera línea en el beisbol y la colocación en malla en el volibol. También en el ejercicio del deporte clásico de cancha disfruté la competencia en esgrima, primera clase en florete, sable y espada.
Una dedicación olvidada pero que he ejercido y ejerzo, es el moldeado y unión carpintero de la madera y la mezcla del color, que tanto me ayudó en la pintura en acuarela y oleo aprendida de mi padre, para mitigar el hambre cuando en la dictadura me fue negado inicialmente el ejercicio del magisterio, por mi ascendencia de los Prieto, que todos fueron adecos de primera línea y hasta su muerte.
No es mi intención hacer una prosa curricular y mucho menos una auto apología con este esbozo de calidades, pero si deseo ubicar mi trayectoria profesional y deslindarla del concepto y valoración que muchos me adosan por la actividad que mas resalta en tiempo de militarismo por el grado alcanzado de general de división, cuando no se regalaba un sol adicional. Sin embargo, con inmodestia puedo referir que son ya 56 años de ejercicio de la docencia, tanto académica como administrativa, pasando de maestro de primaria a profesor universitario, aún en ejercicio. Y en la rama del derecho, van en cúmulo 36 años de ejercicio litigante y docencia, no muy mal aprovechados y hoy, integrante del FORO PENAL VENEZOLANO para mas señas. Permanentemente involucrado en los casos más famosos y recientes de justicia militar, como el antejuicio de mérito por la falsa apreciación del FGR (Julián Isaías Rodríguez) en la comisión del delito de rebelión militar, sin armas, sin organización y sin “rebeldía armada ni mando”. Igualmente, en la obra teatral del MD del “juicio a los paramilitares” y a un grupo de militares verdaderos, por la presunta comisión de otra rebelión militar sin armas, sin organización y sin mando. Pero de mayor gravedad, que no se ha podido demostrar cuando y donde se cometió la rebelión.
La referencia anterior en dos artículos sobre “el fraude” y sobre “los militares cum laude”, fue el preámbulo para éste, donde quiero manifestarles mi apreciación profesional e intelectual al Fiscal General de la República, a la Presidenta de la Asamblea Nacional, al Vicepresidente Ejecutivo de la República, a los rectores del CNE; y muy especialmente a los colegas, hoy magistrados del Tribunal Supremo de Justicia, donde ha participado con verbo encendido ante polémicas jurídicas leguleyas, por su creencia que están actuando suma cum laude, y como dice coloquialmente la verba popular, “se la están comiendo”. Nada más erróneo. Están poniendo la torta, para no repetir lo de “plasta” como “militarmente” dijo el Tcnel. Chávez.
Mi autoevaluación del encabezado, es para estos personajes. No vaya a ocurrir que piensen con cerebro corto, que les escribe un improvisado militar, como hay muchos en el gobierno (todos los poderes públicos), que se aventura como estos otros, a opinar, analizar y proponer barbaridades multidisciplinarias, luego de una absorción osmótica de la almohada, o de la opinión infeliz de un padre, una madre, la abuela o la hija, quienes han demostrado condiciones de profetas o de iluminados.
Con la autoridad que me dan las credenciales, hago las siguientes preguntas a los personajes más connotados: ¿Podría alguno de ustedes definir lo que es “socialismo del siglo XXI”? ¿Puede una sociedad en gestación, mayormente ignorante como la venezolana, creer en personajes o gobernantes que se debaten en discusiones y rituales, tratando de definir lo indefinible, solo por complacer al Tcnel, quien tuvo un sueño azul, hoy transformado en rojo rojito? ¿Se han evaluado ustedes entre todos y cada uno con conciencia, para convencerse de que tienen la capacitación y la capacidad suficiente para conducir los destinos del país, sin que a la larga o al final tengan que arrepentirse o inmolarse síquicamente, al darse cuenta que no valen nada y han conducido el país a la destrucción?
Apreciados amigos y colegas, creo que la reflexión es oportuna. No deben olvidar que el poder enferma, atosiga y mata. Las revoluciones de pacotilla no son sino involuciones surgidas de mentes tercas, y quienes las siguen, a sabiendas de que actúa mal, no puede llamarse sino descerebrados. Si les puede servir de referencia o ayuda, les repito que por las academias militares de Venezuela, pasan, han pasado y pasarán: teóricos, teólogos, belicistas, historiadores, razonadores, politólogos, juristas judicialistas y justicieros, desarrollistas, educadores, catedráticos honoris causa, ambientalistas, economistas, músicos, poetas, reencarnados, ilusionistas, magos y muchos otros personajes con infinidad de especialidades, que en su mayoría, por no decir todas, son vanguardistas y con una gran habilidad empírica, que en el coloquio militar se denomina “pote de humo”, porque que engañan a la vista, al olfato y al oído, pasan rápidamente y al final, NO HAY NADA, sin ser ilusión. Esta “revolución” muy militarista, se alimenta de potes de humo y pareciera que idiotiza a los “revolucionarios” En puridad verdadera, pareciera que todo el trabajo que ustedes hacen constituye el humo de los potes “revolucionarios” De allí nuestra pregunta: ¿Qué son ustedes, intelectuales o tontos útiles?