Carta abierta a Adán Chávez
Apreciado Sr. Ministro:
Tengo por principio desear éxito y colaborar en lo posible con quien empieza una función pública. Usted asume un Ministerio muy difícil y trascendente y sabe que las metas de calidad, prosecución escolar hasta el término de la secundaria y la formación en valores van muy mal. No hay familia que no desee para sus hijos una educación de calidad, como vía de realización personal, ascenso social y mejoramiento del país en su conjunto. Como Ministro de Educación, le corresponde tomar la batuta y convocar a todos a interpretar exitosamente la misma sinfonía educativa con instrumentos distintos. La partitura común son las grandes líneas educativas establecidas en la Constitución Bolivariana:
Educación integral, de calidad y continuada. El derecho innato del niño y las responsabilidades y obligaciones de los padres, de la sociedad y del Estado. La Constitución señala “la tríada solidaria entre sociedad, familia y Estado” como la alianza que nos llevará al éxito. Los educadores son los actores centrales en la escuela y con ellos se concreta esa alianza.
De acuerdo a la Constitución, ese esfuerzo se realiza con un “estado democrático y social de Derecho y de Justicia” con “preeminencia de los derechos humanos, la ética y el pluralismo político” (art.2)
La Constitución establece que “la inversión presupuestaria que para estos fines realice el Estado tendrá carácter prioritario” (Expos. de motivos). Esta prioridad exige administración honesta y eficiente de la inversión educativa, con prioridad en los pobres y financiamiento que les permita a estos elegir una buena educación, sea en centros de propiedad oficial o no.
Mucha gente está alarmada sobre tres realidades-amenazas que usted puede aclarar, crear confianza y transformarlas en pilares básicos para una confluencia nacional de grandes consensos y éxitos educativos:
Escuelas bolivarianas. En sustancia se crearon para que el niño y el joven tuvieran escuela de día completo y no de media jornada. Son obvias las ventajas de los niños mañana y tarde en la escuela con alimentación incluida: el trabajo de los educadores se concentra en un centro educativo y en unos niños, sin tener que andar corriendo de un centro a otro, ”cabalgando” 50 o 60 horas para ganarse el sustento. Dedicados a los mismos niños todo el día, trabajarán en su educación integral (con actividades complementarias) y con atención más personalizada, sobre todo a los que más la necesitan.
Para hacerlo realidad se requiere un esfuerzo combinado del Estado (presupuesto, construcción de miles de escuelas nuevas, directores mejor preparados y pagados, e igualmente los educadores) con proyectos y metas de superación en cada escuela y áreas, alianzas entre educadores, padres y representantes e instituciones educativas. Nada de esto funciona adecuadamente, pero puede hacerse.
Otro tema de fácil acuerdo, si hay voluntad, es el papel rector del Estado. La sociedad venezolana unánimemente tiene la educación como prioridad nacional y desde hace muchas décadas es tarea de su Estado establecer y guiar las acciones para lograrlo. Prioridad que debe reflejarse en el presupuesto, en las políticas para formar muchas decenas de miles de educadores y la superación continúa de los que están en ejercicio. Fines y deber “irrenunciable” del Estado en educación, como irrenunciables son las responsabilidades de la familia, de la sociedad y de los educadores; la deben ejercer apoyándose y exigiéndose mutuamente, con alianzas virtuosas y participación democrática.
Educación en valores. Lo de “valores socialistas” aterroriza a muchos. Basta aclararlos dentro de los principios constitucionales. El Estado, el gobierno y la sociedad entera debemos actuar conforme a las “valores superiores” que rigen nuestro ordenamiento jurídico como son “la vida, la libertad, la justicia, la igualdad, la solidaridad, la democracia, la responsabilidad individual y social, la preeminencia de los derechos humanos, la ética pública y el pluralismo político”( Constitución Exposición de Motivos y art. 3) ¿Quién puede negar que todos debemos inculcar “la tolerancia, el respeto al otro, la interculturalidad, la paz y el amor, la equidad y la solidaridad” que son imprescindibles para una nueva República realmente democrática, inclusiva y plural? Lamentablemente, nada hay tan difícil y permanente como la educación en valores y virtudes ciudadanas. La mala hierba de los vicios no se extingue con solo deseos. En la educación cristiana tenemos experiencias positivas, como las tienen otros.
Sr. Ministro ¿Es tan difícil generar confianza en torno a estos puntos? ¿O será verdad que se cocina en secreto un cambio constitucional para subordinar todo al estado-partido de gobierno? No lo olvide, el intento de imposición del estado-partido desatará un infierno y fracasará. El éxito pasa por el acuerdo de todo el país plural.