El secuestro de niños: vida de un rumor
Se han insertado rumores con la finalidad de producir noticias desechables y sembrar distracción evadiendo los problemas estructurales de un país en el que la gente come lo que consigue luego de largas colas y muere de mengua por la falta de medicamentos.
Los rumores son incorporados al debate público desde la inmensa plataforma mediática que dirige el Estado. Atienden a una agenda que ha logrado, con cierta efectividad, desviar la atención de la ciudadanía hacia temas más banales, deformes e insustentables.
En minutos se regó, en el polvorín de nuestros escándalos, la idea de que existía una nueva campaña contra la nación. Esta, ya no trata de presuntos acontecimientos bélicos, magnicidios o papas calientes con el empresariado producto; ahora, se habló del secuestro de niños. Sí. Una ciudadana desconocida hizo una denuncia pública sobre el pánico que se estaba sembrando en el país con el reiterado secuestro de infantes. Aunque esta práctica no es novedosa, pues la delincuencia ha desarrollado con holgura todas las técnicas de extorsión con la complacencia de las autoridades, copó la posición principal del aparato comunicacional estatal en un día. Sumemos a esto las tribunas privadas en radio, televisión, prensa escrita e Internet que dejaron de informar desde hace unos años para reproducir íntegramente las transmisiones del gobierno a los fines de proteger concesiones de funcionamiento que se reparten bajo regulaciones políticas, afectos y hasta amenazas preestablecidas.
En menos de un día todo el Poder Moral y Judicial se pronunció en función de lo que la Fiscal General llamó una nueva “campaña nacional e internacional” para desestabilizar nuestro estable país. De inmediato se le agregó el móvil político. El hecho, según los accionistas del régimen, configura un “hecho despreciable” porque impulsa el quebranto a la sólida paz nacional.
La retórica instantánea imputó culpas que con el pasar de los días irán ganado nombres y apellidos de opositores al régimen: centro del estímulo a todos los males de la Patria. La Fiscal resolvió declarar a los medios que la ciudadana en cuestión había recibido dinero por parte de algunos individuos, también desconocidos, para ejecutar la labor de alarmar en tiempo record a todo el Estado venezolano. Los voceros oficiales salieron, con la uniformidad acostumbrada, a decir que los rumores de secuestros de niños eran falsos, que el gobierno garantiza la seguridad de nuestros niños y que quienes atentan contra la paz y la estabilidad nacional son los opositores, los mismos culpables de las colas, de la guerra contra Estados Unidos, de la caída de los precios del petróleo y pare usted de contar.
No son pocos los elementos que han usado para distraer la atención de la crisis económica. El conflicto contra el imperialismo, incoherente pues seguimos dependiendo hoy más que nunca de los ingresos del petróleo colocado en la tierra de Obama, es el núcleo de la campaña por las elecciones parlamentarias que tiene como objetivo estratégico una meta poco lograda en momentos anteriores: legitimar el gobierno de Maduro ante los patéticos números de aceptación y popularidad de una administración al borde del precipicio.
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