Irracionalismo político en Venezuela
El eminente constitucionalista y politólogo español-venezolano y uno de los Maestros de mi juventud , Manuel García Pelayo, dijo lo siguiente : “una buena parte del pensamiento político extra académico, tal como se manifiesta por ejemplo, en un Sorel o un Nietzche, fue completamente lúcido para darse cuenta de la importancia política de los factores irracionales, que más tarde inspiraron la praxis de los movimientos totalitarios del tiempo presente, ante los que la doctrina académica se mostró completamente inerme. Pero lo cierto es que esos componentes irracionales existen con independencia de nuestra voluntad. Son de una parte, una realidad mental que está en la base de las ideologías y de más de una teoría política; son de otra parte, un componente real de la praxis política capaz de movilizar las gentes para la acción en un grado inalcanzable para las puras teorías”. El fenómeno chavista tiene sus causas profundas, básicamente, en razones estructurales como el empobrecimiento brutal que sufrió, en particular, el sector más débil de la población, a partir de 1983, con el evidente agotamiento del modelo rentista petrolero y por la creciente desigualdad que se generó entre los grupos sociales que colocaron sus ahorros en dólares y aquéllos que no pudieron hacerlo. Chávez, con los inmensos medios que una favorable y prolongada coyuntura petrolera le ha proporcionado, se ha dedicado a distribuir una parte de esos recursos entre la población más necesitada, mientras la parte más relevante se va en despilfarro, corrupción y “donaciones” en el exterior. El modelo a largo plazo es económicamente insostenible, porque no hay verdadera creación de riqueza. Cuando el inexorable ciclo petrolero se invierta sólo habrá distribución desigual de la pobreza. Sin embargo, es evidente también que la legitimidad fundamental de Chávez es la que Max Weber calificó como carismática. Una legitimidad de carácter irracional. Es verdad que, como dice Giovanni Sartori: “toda legitimidad se deteriora después de una prolongada ineficiencia”, pero también es verdad que la oposición democrática no puede enfrentar eficazmente al líder carismático, sin implementar una estrategia que tome en cuenta el mundo profundo, intenso y fundamentalmente irracional de las pasiones, las emociones y los sentimientos. El pragmatismo estéril es incapaz de movilizar al Hombre integralmente. La política no es sólo razón sino también “corazón”, hay que recuperar la “mística”, para proyectar la esperanza.