Al rescate
Ya es lugar común, cuando se conversa sobre el legado que deja el presente y moribundo capítulo de nuestra historia, opinar que la secuela mas dolorosa para la sociedad será el daño moral causado por este régimen. Si ardua será la tarea de reconstruir la capacidad productiva, desmantelada por atropellos, asedio y expropiaciones, así como recuperar el potencial de las riquezas naturales, arruinadas por incompetencia y una malhadada politiquería, más desafiante será reinstitucionalizar la honradez, la laboriosidad, la productividad, la confianza, la solidaridad y el deseo de superación de cada venezolano.
El modelaje de estos años es ostensiblemente el de una rapacería que deja como juego de niños la corrupción de cualquier gobierno anterior. Esta semana, en un despechado de profundis, Jorge Giordani, consejero de cabecera del patriarca del desastre, hacía confesiones tan terribles como: “Legalizamos el narcotráfico y estimulamos la corrupción…”. “…hay que hacer una ley draconiana contra la corrupción para que salgan todos estos militares y civiles.” “En vez de una tasa única de cambio ahora tenemos varias, ¿Y a quién favorecemos? ¡A la corrupción!….” Innecesario cualquier comentario. La magnitud del botín la ilustran los hallazgos en el Banco de Andorra o en el Swissleak.
Por añadidura, el discurso de estos años del tutelaje revolucionario ha sido hondamente desmoralizante, liquidador de valores. Se ha predicado que el bienestar es producto de los fusiles de la revolución y no del trabajo productivo o de la educación; que debemos confiar en el estado rentista mas que en la burguesía productiva; que son innecesarios el esfuerzo y la superación personales porque lo justo es el igualitarismo, que es más importante la distribución de promesas que la creación de riqueza…
Hacia el futuro, para el rescate: ¿Qué valores éticos, culturales y políticos ofrece sembrar la alternativa democrática y, sobre todo, cómo alcanzarlos?
