Ridículo y vago
Hasta para insultar hay que tener estilo. Capriles está crecido.
La Avenida Bolivar no fue suficiente para albergar a todos. Si todos hubiésemos permanecido, la multitud llenaría el espacio hasta la Plaza Venezuela. Menos mal que no pasan lista al final, de otra forma muchísima gente no figuraría. Para muchos el evento es un toque y despegue, contrario a las concentraciones del gobierno donde el jefe está pendiente de la retirada de sus subordinados. Oleadas de gente movidas por sus pies y su voluntad. No fueron militares vestidos de rojo para rellenar, ni empleados públicos llevados en autobuses.
La esperanza llenó los espacios y las avenidas de Caracas y muchos visualizamos el triunfo que coronaremos este próximo fin de semana. Aquí las encuestas van por detrás de la tendencia. Venezuela necesita y pide un cambio.
Un discurso sólido, bien armado de argumentos, con objetivos específicos y una pasión contagiante, tronaba a lo largo y ancho de la avenida, esta vez retrasmitido por los canales de televisión nacionales. Ese discurso trae cola y votos. Capriles –ahora con un lenguaje y contenido mas aterrizado- se permitió hablarle con contundencia a Nicolas Maduro. Lo refirió como reposero en sus tiempos de chofer en el Metro de Caracas y en línea con esa actitud lo calificó de vago. Ya minutos antes lo había mentado de ridículo a cuenta de las denuncias nunca fundamentadas de intentos de asesinarlo. Eso no le quitó cuerpo al discurso que hizo claras referencias a los errores y fallas del gobierno y su posición en algunas materias clave. El muchacho ha aprendido el oficio.
Una par de horas después pude escuchar a Maduro en un mitin en San Juan de Los Morros. No había tenido la oportunidad en estos días previos. Me hacía la idea que quienes hablaban de su deficiente discursiva, lo sostenían movidos por la pasión de las preferencias electorales. Ahora que lo escuché les puedo afirmar que se quedan cortos en su apreciación. Una aburrida cadencia de ideas disconexas, expresadas con una acentuación y una dicción que producen sueño, se arriman al único argumento que repite de varias formas; él es un hijo de Chávez. Allí no había nada fresco salvo la brisa del atardecer llanero. Maduro no tiene condiciones.
Lo que parecía imposible de lograr hace un mes atrás, hoy se nos presenta servido en la mesa. El gobierno parece tener problemas para revalidar su mandato, aun en uso del poder desmedido y del abuso de recursos públicos. Es grosero escuchar la logística que tiene la compañía petrolera para mover gente el día de las elecciones.
Este próximo fin de semana contaremos los votos. Este fin de semana muchas personas se reconocerán en la expresión: yo soy venezolano y votarán con la conciencia requerida para producir el cambio que los venezolanos estamos pidiendo a gritos.