Ineficiencia
Dos hechos separados entre sí por un día dan fe de la ineficiencia de este régimen: el miércoles 11 de julio regresamos de Margarita a Caracas vía Puerto La Cruz. La proliferación de vallas de propaganda del Gobernador Tarek William Saab, cuando el estado es una muestra viviente de abandono y desgobierno, es una ofensa al ciudadano.
En la mayoría de las vallas aparece Saab con el Presidente Chávez en una suerte de pose a lo Batman y Robin, lástima que no por la eficiencia en sus quehaceres, sino por lo grande que se ve Batman al lado de un pigmeo Robin. ¡Si tan sólo hubieran destinado buena parte del dinero de la propaganda del «mejor» gobierno que jamás haya tenido Anzoátegui a mejorar las condiciones del estado! Resulta obvio que en Anzoátegui la
labor de gobierno es inversamente proporcional a la cantidad de propaganda política que se hace. Y esto a pesar de que Puerto La Cruz era ciudad sede de la Copa América. De seguro que los jugadores llegaron en avión… de lo contrario hubieran tenido que pasar por el tramo entre Clarines y Boca de Uchire, que tiene más huecos que la Luna. Lo insólito es que ahora, cuando la carretera no puede estar peor, cobran peaje. A nosotros se nos pinchó un caucho, y porque eran casi las seis de la tarde, tuvimos que devolvernos a Píritu para repararlo. «No tiene remedio», nos dijo el cauchero. ¿Podré deducir de mis impuestos los Bs. 175.000 que me costó el caucho nuevo?… Afortunadamente en el Estado Miranda las carreteras están muy bien mantenidas y no vi propagandas del Gobernador Cabello, ni solo, ni acompañado.
Sin embargo, el encanto con el Estado Miranda me duró poco: al día siguiente, jueves 12 de julio, salí del peaje de Tazón en Caracas a las 2 de la tarde porque me habían invitado a un foro en Maracay. Hora y media más tarde me devolví en el Túnel de Los Ocumitos. La radio hablaba de 10 kilómetros de cola. Los guardias nacionales lo corroboraron. ¿La razón?… Estaban asfaltando la vía. Una de las arterias de mayor circulación en el país se tranca a plena luz del día por unos trabajos que en cualquier país civilizado se harían en horas de la madrugada. No hay el mínimo respeto por los usuarios. La ineficiencia, en todas partes y a toda hora, se ha convertido en el pan nuestro de todos los días.
