El Cachorro Castrista
Por varias décadas Cuba fue fiel satélite de la Unión Soviética. En medio de la llamada Guerra Fría, los soviéticos, con la anuencia irresponsable de Castro, emplazaron misiles con cabezas nucleares, en la isla arriesgando una conflagración mundial, para después, bajo presión norteamericana, los retiraran de manera apresurada sin dar explicaciones a su cachorro antillano.
Castro respaldó incondicionalmente la invasión soviética a Checoslovaquia, abandonó al Ché en Bolivia y dos años más tarde cuando la URSS le impuso la zafra azucarera de diez millones de toneladas, para que respondiera financieramente por los subsidios, Castro siguió dócilmente esos dictámenes, provocando, en Cuba, un desastre ecológico de incalculables dimensiones.
Luego Castro accede a los planes coloniales soviéticos y solícito envía sesenta mil cubanos a pelear en África, provocando cinco mil bajas que nunca fueron devueltos a sus familiares en Cuba para darle cristiana sepultura.
Hoy la Cuba castrista convertida en poderío militar-ideológico, mantiene en Venezuela cincuenta mil adoctrinadores y espías, que actúan impunemente en todo el territorio nacional, por los que Chávez le cancela millones de dólares anuales. Castro impone al pueblo venezolano, con la complacencia de su cachorro criollo, un régimen militar que gasta millones en sofisticado armamento para revivir una lucha estéril contra Estados Unidos. Lo ha convencido, que con el petróleo, conquistará al mundo y lo ayuda a implantar un socialismo totalitario, mediante la reedición de la constitución cubana, para convertirlo en su heredero de por vida.
Sin embargo, surgen dos potenciales eventos que podrían dar al traste con esos planes siniestros. El primero, que los venezolanos nos rebelemos a la idea de ser satélites de una potencia extranjera y segundo, que desaparecido Castro, en poco tiempo, las fuerzas de relevo impongan cambios políticos y económicos en la isla.