Opinión Nacional

El socialismo irreal

Teodoro Petkoff nos entrega “El socialismo irreal” (Alfa Grupo Editor, Caracas, 2007), compuesto por dos lejanas obras que – en su momento – generaron polémica en y desde los predios del marxismo responsable e inteligente. “Checoeslovaquia, el socialismo como problema” (1969) y “Proceso a la izquierda (o de la falsa conducta revolucionaria” (1976), encuentra acogida en una pulcra reedición que obedece a una de cuatro razones, o todas ellas juntas: la necesidad de ordenar toda la obra escrita de Petkoff, como está ocurriendo –bajo el mismo sello editorial- con Manuel Caballero; evidenciar el amargo retroceso que representa y encarna el régimen de Hugo Chávez, propinándole un duro golpe a la izquierda (marxista); constatar la ausencia de una intelectualidad oficialista, excepto Jorge Giordani, aunque deliberadamente cohibido; o servir de guión para la tardía rectificación, cuando el mal está hecho.

Encontramos, por una parte, que al reeditar a principios de los noventa “Checoeslovaquia…” (Monte Avila), Petkoff llamaba la atención sobre un tema muy circunscrito y anacrónico, sin sospechar que –a la vuelta de la década – cobraría importancia un diagnóstico y un análisis ubicado en la perspectiva que una vez ofreció Roger Garaudy sobre el caso de Svoboda Dubcek, como lo asegura Steve Ellner. Pocos imaginarán hoy, sobre todo las nuevas generaciones, el profundo impacto ocasionado por el ensayo de marras en la Venezuela anterior a la bonanza petrolera, favorecido por la condena de Leonidas Brezhnev, o la importancia que tuvo luego el MAS sobre esos cimientos, estimulando reflexiones como las de Pompeyo Márquez, Freddy Múñoz o Luis Bayardo Sardi, al igual que –desde la otra acera- la de José Rodríguez Iturbe, quien abordó luego el eurocomunismo de la mano con Augusto del Noce.

Respecto a “Proceso…”, por otra parte, suscitó una inmejorable polémica en torno al comportamiento revolucionario que no tenía correspondencia con la realidad, sino con lo que creía de ella. El lector podrá encontrar planteamientos como el de confundir la lucha de clases con el resentimiento social, una caracterización del totalitarismo estatal (y sus secuelas de despolitización de la población, censura, dualidad entre dirigentes y dirigidos, culto a la personalidad), la advertencia frente a una improvisada nacionalización de los sectores básicos de la economía, el nuevo bloque histórico, la creación de una red de órganos del poder popular, la famosa sentencia sobre la izquierda borbónica y hasta la propuesta de un instituto autónomo de televisión, pero lo cierto es que – en conjunto – el ensayo constituye una suerte de requisitoria frente al chavezato que todavía está empeñado en redescubrir el agua tibia.

Constatamos que el socialismo irreal que padecemos los venezolano, es el más real de los socialismos. Y basta con transitar y detenerse en cada uno de las páginas de Petkoff.

CONSTITUCIONALIZAR LA COYUNTURA

La revisión integral del texto de 1999, presta a toda suerte de maniobras según la exclusiva y directa conveniencia presidencial, apunta a la conformación y conformidad de un régimen fundado en la pobreza soportable con ausencia de medios eficaces para la crítica. No es ni será fruto de una innovación del pensamiento constitucional y mucho menos expresión de una etapa de la transición socialista que, ingenuamente, fastidiará las neuronas del más dedicado estudioso del marxismo: en definitiva, se trata de protocolizar y consagrar los mecanismos de los que se vale a cada momento el gobierno central para lidiar con las demandas sociales, las hemiplejías económicas y las resistencias políticas que naturalmente provoca.

La constitucionalización de las coyunturas obligará a futuras reformas que le dispensen otros medios para acabar con la oposición más sobria y coherente, recreando las capacidades simbólicas del régimen que está inevitablemente “asesinando”. Vale decir, se valdrá de los espectros que digan de una ajena, espontánea y lejana lucha revolucionaria.

La nacionalización es uno de esos mitos originarios, por lo que no cabía el estudio y la corrección de los problemas que trajo la concesión del teleférico de Caracas, la consideración de las altas tarifas o los precios abultados para el consumo exclusivo en los alrededores del hotel Humboldt, y mucho menos las lecciones seculares de un Estado que lo abandonó, sin saber qué hacer y hasta cómo resguardar las instalaciones. La estatización simplemente se impuso y luego vendrán los estudios indispensables, la evaluación de los “montos de las cantidades” (como señaló la titular del despacho de Turismo), la sinceración de las tarifas y no está lejano el día en que haya casino (será algo distinto, gracias al acto “revolucionario”), o se inscriba – aunque no lo creamos – en la propia Constitución de la República: mientras tanto, bienvenida sea la demagogia del Estado insustentable del socialismo del petróleo en el que el Estado es un imperativo categórico, para decepción del marxismo clásico, prestando momentáneamente el servicio gratuito.

Pueden remendar y remiendan sin inhibición alguna, las leyes que procuren perfeccionar la maquinaria de dominio del venidero Partido-Estado y, si bien es cierta la razonable reducción de los impuestos de sucesión, no menos cierto es que las insuficiencias de la renta petrolera fuerzan y forzarán al régimen a incrementar decididamente los tributos. Siendo inevitable e indomesticable el dólar ilícito, la reforma de las leyes correspondientes dirán perfeccionar mejor el papel punitivo del Estado en la era del control cambiario y – de paso – sostenerse mejor gracias a una sociedad cada vez más empobrecida, subyacente la amenaza de una más afinada modificación constitucional que lo consagre: el régimen del anhelado aumento del precio del petróleo (algo imposible de meter en la Constitución), pues tampoco vive de las donaciones graciosas, aunque Luis Velásquez Alvaray ha dicho que para las llamadas “ciudades judiciales” compraron 4 grandes lotes de terreno, frente a 120 donados.

Los militantes provisorios del PSUV deberán defender una reforma que no conoce siquiera Carlos Escarrá, por muy miembro de la comisión presidencial y figura notable del parlamento sea, aunque pueden esbozar el mandato de otra posible modificación cuando el partido único por excelencia sea reconocido como el rector de un proceso ornamentado por otros partidos. Por supuesto, nada de tocar los recursos de la constante plebiscitación presidencial provenientes del presupuesto ordinario, los créditos adicionales, los fondos de Pdvsa, el Fonden, las alcaldías y gobernaciones, los contratistas y hasta los tontos que aporten de su propio peculio para el pago de las gráciles multas del CNE: bastará la contraloría social, tal como se entiende ahora.

La constitucionalización de cada coyuntura estará acompañada cada vez más de las evidencias de un Estado materialmente insustentable, por lo que tendrá mucho que hacer Hugo Chávez para convencernos de seguir pagándole el mantenimiento de su super-avión y, por supuesto, el sueldo. Claro está, hacer mucho mediáticamente, ya que es insustentable si de realizaciones prácticas se trata.

EN EL MISMO EXTREMO

En la misma librería del amable, sereno y seguro centro comercial Paseo Las Mercedes, tuvimos ocasión de asistir a la presentación de “Monumento a la injusticia” de Walter Aranguren y “El libro en rojo del BCV” de José Guerra, Orlando Ochoa, Oscar García Mendoza y Jesús Rojas. Uno, versa sobre la increíble determinación del oficialismo de desconocer olímpicamente los derechos adquiridos por los ex – parlamentarios regionales, quitándoles las pensiones por jubilación, sin que medie acusación y, mucho menos, prueba alguna de un desaguisado para obtenerlas. Y, el otro, sobre la conocida debacle del Banco Central que, como refirió García Mendoza, ya es menos famoso por el maletinazo de los 5 mil que ha llegado a 17 mil millones de dólares, infringido por el ejecutivo nacional, que el reciente maletinazo de Argentina. En ambos casos, hay evidencia de sobra sobre los extremos a los que llegado la administración de justicia en Venezuela.

[email protected]

Fundado hace 28 años, Analitica.com es el primer medio digital creado en Venezuela. Tu aporte voluntario es fundamental para que continuemos creciendo e informando. ¡Contamos contigo!
Contribuir

Publicaciones relacionadas

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Te puede interesar
Cerrar
Botón volver arriba