La responsabilidad de la acción
Venezuela está saturada de diagnósticos. El pueblo cansado de escuchar los males que padece y nosotros de escribir una y otra vez sobre lo mismo, sin que se asuma, de manera definitiva y resuelta, la responsabilidad de actuar para liquidar al régimen, sustituir al Presidente e iniciar el renacimiento de la república en libertad y democracia. El escándalo de los ochocientos mil dólares en Argentina y en general la última gira de Chávez proyecta la realidad putrefacta, corrompida y apátrida de su gestión. Sobran las palabras. Frente al mal hay que actuar decididamente. No podemos replegarnos en esa resignación pesimista que cultivan algunos. Estamos a las puertas de una confrontación inevitable. La tensión crece. Se siente en todos los sectores. Nos inquieta detectar hasta donde podremos dominar las pasiones para asumir la responsabilidad que nos corresponde con toda la serenidad interior posible. A quienes compartan el mismo objetivo los invitamos a trabajar renunciando a los frutos de la acción, despojándonos de todo interés personal o de grupo, de deseos y aspiraciones. En estas situaciones solo el renunciamiento puede dar tanto la fuerza espiritual para el combate, como la moderación necesaria para que los logros sean estables. El cáncer venezolano, que ya ha destruido órganos vitales de la nación, debe ser extirpado de manera resuelta y definitiva.
El régimen ha liquidado todo vestigio de decencia. Impresiona ver como mucha gente que se opone a la tiranía y dice estar contra cualquier forma de dictadura, no hacen nada para evitarla. El rechazo a la dictadura crece, pero la oposición se va convirtiendo en simple rutina con lo que debilita el ánimo y decae la esperanza. Ninguna “negociación” garantiza la libertad y la democracia. Una de las tareas inmediatas es clarificar a la gente con relación al objetivo y despertar en cada individuo el espíritu de superación y de responsabilidad para elevar la dignidad, vivir mejor y rechazar todo cuanto pretenda someterlo. Esa toma de conciencia es lo único que hará confiar al pueblo en su propia fuerza, por cierto, única fuerza verdadera en esta lucha desigual en cuanto a recursos materiales. El futuro de nuestra nación depende del desenlace del conflicto presente entre el individuo y el poder. Nosotros combatimos a este gobierno porque traicionó la esperanza de millones de personas hoy en la miseria gracias a una administración militar y civil incompetente, corrompida, ruinosa que el país no se puede permitir. Ha socavado nuestra cultura y distorsionado fraudulentamente la historia. Son los bárbaros más caros del mundo. Merecen ser abolidos sin trámites. Es un pecado mortal que alguien, civil o militar de nuestras elites, le sirva a este gobierno. Lo primero es entender. Una vez que se ha entendido hay que pasar a la acción. Hay mucha violencia en el aire. La resistencia activa bien orientada, pacífica más no pasiva, exige más valor que la violenta.