Los CDR
Los Comités de Defensa de la Revolución, CDR, es la más grande organización de masas, con casi ocho millones de ciudadanos, la casi totalidad de la población cubana entre 14 y 65 años, nacida en el fragor revolucionario hace 37 años. Es casi seguro que no exista organización alguna que haya hecho tanto daño a la sociedad cubana como los CDR.
Recordemos que los cederistas, los miembros de los CDR, ya sea por ideología o por miedo, son los responsables de agredir a los compatriotas que no comulgan con las ideas del comandante, los persiguen y en no pocos casos los denuncian ante el ministerio del interior. Es probable que en esa sociedad de simulación y de doble moral que el comunismo ha convertido a Cuba, los propios cederistas respondan a idénticas actitudes de aparentar lo que no son.
Los CDR, organizados por cuadras, ejercen control sobre todos los ciudadanos y constituyen el brazo ejecutor de las órdenes de la dirigencia del partido comunista de Cuba. De ellos depende que los jóvenes puedan ingresar en la universidad, que los ciudadanos puedan adquirir ciertos bienes como TV y artefactos eléctricos, reservados para los identificados con el proceso. Esas funciones hacen de los CDR un pulpo cuyos tentáculos llegan a todos los rincones del país.
La mal llamada reforma constitucional planteada por Chávez para eternizarse en el mando, habla de crear un nuevo poder, representado por la Asamblea de Ciudadanos del Poder Popular cuyo brazo ejecutor, los Consejos Comunales, tienen un gran parecido a los CDR castristas. No sería extraño pues que el Poder Popular, que en el proyecto designaría y revocaría a los diferentes órganos del Poder Comunal, termine traspasando a los Consejos Comunales la responsabilidad de vigilar a los desafectos del régimen y de denunciarlos ante los diversos cuerpos de seguridad del estado. Esto es tan sólo uno de tantos desenlaces que deberíamos afrontar de no ponerle freno a los planes totalitarios.
