Puentes de supervivencia y corrupción
Si todo lo que se dice sobre la intencionalidad del régimen es verdad y quienes lo repiten son sinceros, en este país no cabe otra actitud digna que echar el resto para que esto termine lo antes posible. Hemos repetido que la verdadera naturaleza del problema venezolano no es electoral, sino de principios y valores en un país que se desmorona aceleradamente. Ello envuelve el compromiso ético de ser consecuentes con esa convicción. Resultaría contradictorio desarrollar estrategias electoralistas, de paso con autoridades y esquemas probadamente fraudulentos y fracasados, para resolver la liquidación de la las libertades públicas, entre ellas la de expresión, el derecho de propiedad privada individual y colectiva, la alternabilidad, el pluralismo, el equilibrio y la separación de las distintas ramas del poder público o para confundir calculadamente los conceptos de individuo, sociedad, nación y estado, entre muchos otros principios fundamentales de la democracia.
Para impedir la catástrofe socialista es indispensable la unidad sincera, espiritual y material, de quienes en la sociedad democrática estén dispuestos a jugársela completa. Esta unidad no puede ser bobalicona ni complaciente. Necesita de mucho dinamismo y puede darse hasta diferenciada cuando hay claridad en cuanto a los objetivos. Pero nunca podrá ser complicidad para sobrevivir sin arriesgar más de la cuenta.
Con estos criterios básicos rechazo en el fondo y en la forma la conducta de algunos dirigentes tenidos como opositores, con mucho acceso y espacios en los medios de comunicación social, con más fuerza de opinión que respaldo popular, convertidos en vulgares “comodines” del régimen para inducir a votar en el próximo referéndum a conciencia de lo que nos estamos jugando y, lo más grave, sabiendo mejor que nadie que los resultados de ese proceso ya están cantados, se vote parcial o totalmente la propuesta comunista de Chávez. Resultan incomprensibles las posiciones de un Julio Borges y otros dirigentes de Primero Justicia, sumadas a conocidos cómplices del régimen, en sintonía con las perversas tácticas divisionistas de José Vicente Rangel. Parece mentira como algunos no tienen escrúpulos ni siquiera para “sapear” supuestas o reales conspiraciones con tal de garantizar espacios de supervivencia frente al futuro.
Es inmoral y éticamente rechazable, jugar a la destrucción de todo cuanto moleste en el juego a futuro a conciencia de que no habrá futuro para nadie si esto termina de consolidarse. Eso se llama traición en cualquier idioma. Pero todas las traiciones en la vida tienen un doble precio. El que se recibe por parte del beneficiario de la traición y el que mas temprano que tarde tiene que pagarse ante los traicionados. En la danza del dinero negro de Chávez, está llegando la hora de investigar a fondo los maletines nacionales. Los internacionales pueden llegar a ser un detalle ante esta farsa de claudicaciones traicioneras.