Dime por qué
Hace muchos años que no piso Miraflores. Si la memoria no me falla, hace tanto como quince años, cuando asistí a una reunión para conversar con un grupo de políticos sobre el espinoso asunto de la legislación con respecto a la mujer.
Si bien no dudo que hoy el Palacio de Miraflores puede que sufra varios de los ataques del mal gusto que caracteriza a este gobierno, que no es poco ni leve, empero no creo que no tenga un magnífico sistema de aire acondicionado, de esos que hacen que el ambiente sea el adecuado para una fiesta de pingüinos.
Pero eso no es lo que ocurre en el Hospital del Seguro social en Vargas, que es un sucursal del infierno de Dante. Allí los sancochos no necesitan hoguera. Y la gente simplemente sobrevive y se la cala estoicamente vaya una a saber cómo o por qué. Y yo te pregunto, Chávez, te pregunto, dime por qué en un hospital de ese tamaño, que atiende a miles de personas que llevan años sufriendo la peor de las suertes, por qué no hay un sistema decente de aire acondicionado, mientras tú en Miraflores tienes uno de la mejor calidad y desempeño. Y, de paso, dime por qué, si según tú en este país todo está de maravilla, todo está espléndido, y contamos con uno de los mejores sistemas de atención de salud, en las paredes ese hospital de Vargas hay letreritos pegados en los que se lee frases como “traiga su propia lidocaína”, o “ni hoy ni mañana atendemos pacientes dermatológicos”, por sólo ponerte dos simples ejemplos. Dime por qué en ese hospital los venezolanos que allí acuden, tan venezolanos como tú, pero en su inmensa mayoría pobres, tienen que calarse la suciedad, las ventanas rotas, el óxido de las rejas, y el calorón más atroz que uno pueda imaginarse. Sí, Chávez, en tus alocuciones y discursitos te llenarás la boca hablando de los éxitos de tu revolución, pero aquello es como bien canta el dominicano Juan Luis Guerra, el “Niágara en bicicleta”, mientras tú tranquilo en Miraflores.
Y ya que ando de preguntas, ésta no sólo va para ti, sino para tu pana Diosdado, que se la da de delfín, y cree que a quien le tiene que rendir cuentas es a ti y no a los ciudadanos mirandinos. Díganme por qué en el hospital de Río Chico no hay cómo hacerle una radiografía a algún accidentado que llegue. Porque resulta que allá los médicos hacen magia y maromas para diagnosticar. Allá falta el agua, los implementos de curación escasean, y, te repito, no hay equipos de rayos X.
A este país le llueve todos los días un aguacero de dólares, que tú recibes, partes y repartes. Y en la repartidera, para los pobres, para esos no hay. Dime por qué.
Concejal El Hatillo – Un Nuevo Tiempo