Sancocho cívico-militar
No le dieron la portada del TIME al Líder, pero no nos la van a negar para este Gran Sancocho que estamos poniendo, digno de verdad verdaíta de récord mundial; la representante del Guiness, acostumbrada a sólo dos sabores básicos en su británico paladar, se asombró tanto de la cantidad de ingredientes que tiene el proceso como de ese sabor mixto, entre carne de res y pollo, cruzado cívico – militar pues, que lo caracteriza, lo miró desvaída y pálida como gallina que mira sal y cacareó diciendo : ¡Vamos a esperar a ver en que resulta todo esto!
Narran los sancocheros oficialistas que mucho les costó equilibrar el asunto, demasiados y disímiles como eran los ingredientes recomendados por el Chef de chefs: un tanto de Zamora por acá, una pizca de Robinson en rodajas, dos cucharadas grandes del Quijote, una sopera de Marx, tres hebras de pelo gaucho para darle sabor no de azafrán sino de pimentón, unas palabras aromatizadas de Gramsci, doscientos gramos de Mao en polvo, una cruz de palma para santificarlo, la bendición postrera del Líder de Líderes, y la infaltable oración para ensalmarlo y sacarle a la diabla gringa que desde Virginia estaba pendiente de que se pusiera piche; menos mal que todo el proceso se realiza bajo la mirada fiel y sagaz de los expertos en arroz congri que ya vienen con su lechón para que no todo resulte en bolivariano sabor.
Muchas fueron los brazos solidarios y cooperativos de los Cinco Poderes y las Tres Potencias que se vieron moviendo el ollón, ante los estupefactos ojos de los diez millones de hambrientos militantes del partido imperial, todos – actores y espectadores – imbuidos de un ánimo de figuración prudente para no opacar al Gran Chef que ordenaba desde su limosina verde tropical y de adulación sincera porque “no hay sancocho como el de mi Líder”.
Dicen que todos los ingredientes se los echaron en bloque, que la carne y las verduras en bloque fueron picadas, el agua se le echó en forma de bloque de hielo para no crear más desavenencias o disidencias. El producto fue un puro bloque de treinta y tres ingredientes que antes de ser añadidos en bloque fueron concebidos, pensados y medidos en bloque por el inimitable Paul Bocuse de nuestro proceso.
Órdenes, instrucciones a granel, mandatos a viva voz, categorizaciones y procedimientos, sacadas de cuenta, sumas, restas y multiplicaciones, porque al Líder le gustan desde chiquito las matemáticas, caracterizaron el largo proceso de cocción del condumio.
Luego de largas horas de brazos en alto y los acostumbrados UH AH, el sancocho rojo – rojito y no morado como todos los asistentes esperaban, estuvo listo y calientico en su perol de plástico respectivo, para que fuese probado por el único que en este país puede sentenciar el sabor correcto, la textura debida, el color perfecto, el sancocho ideal.
La desbandada y las carreras fueron de marcha cívica disuelta por la Guardia Pretoriana, cuando el Líder, en arrechera suprema, mandó a inundar la Avenida Bolívar con los cien mil litros de sancocho.
Nuestro ingreso en el libro de los récords está del todo asegurado, la foto del sancocho cívico – militar le ha dado la vuelta al mundo y será la portada no sólo del TIME sino de toda la prensa mundial.
El Líder está feliz, los sancocheros no tanto, regañados como siempre, recogen, rodilla en tierra como es práctica d nuestra bolivariana patria, artículo por artículo, ingrediente por ingrediente, el sancocho más grande y regado del mundo.