Educación para el rencor
Si existe alguna característica que simbolice hacia adónde apunta el Sistema Educativo Bolivariano (SEB) que Hugo Chávez le propuso al país el 17 de septiembre, cuando inauguró el año escolar, ésa es la apología que cantando le dedicó al teniente coronel el niño que lo recibió, llamado por el empalagoso locutor que transmite los actos oficiales el “Torbellino de Oriente”, en el liceo bolivariano Salvador Allende de Maturín. Ese jovencito gritó repetidas veces la fúnebre consigna “patria, socialismo o muerte” como si le estuviese entonando loas al Señor. Quien compuso las estrofas para que el “Torbellino de Oriente” las recitara, no tuvo ninguna vergüenza en poner en labios del chiquillo este ditirambo tan obsceno: “En su Gobierno yo creo porque lo está demostrando. Mi pueblo lo está apoyando. Gobernando con cautela, por eso es que en Venezuela usted seguirá mandando” (las negritas son mías. El CNE no se ha sentido aludido, a pesar de la descarada propaganda electoral a favor del Sí mediante la utilización de un menor. ¿Quién defiende la aplicación de la Ley del Sufragio y de la LOPNA?). Lo de la “cautela” que aparece en la estrofa daría risa, si no fuera porque lo dice un imberbe.
Culto a la personalidad, militarismo del más rancio, nacionalismo ramplón y socialismo decimonónico son los rasgos que definen el SEB, sistema ante el cual toda la sociedad democrática tendrá que ponerse alerta para que tan pernicioso engranaje no acabe con el alma y la imaginación de los niños y jóvenes venezolanos. Hugo Chávez está de vuelta al oscurantismo. Al período aquél en el que la obediencia ciega a los dogmas y prejuicios que provenían de la religión o los mitos estaban por encima de la observación crítica de la realidad, la inducción controlada de experimentos, la deducción a partir de la investigación y la reflexión científica.
El norte de la reforma educativa que sugiere Chávez es el socialismo marxista-leninista; el socialismo autoritario. Los muchachos tendrán que aprender las ideas de Marx, Engels y Lenin, no como parte de una cultura general imprescindible para informarse de lo que plantearon esos señores, sino como una manera de adoctrinamiento y aprendizaje acrítico, memorístico y repetitivo en el cual no se examinarán las consecuencias prácticas que las doctrinas de esos pensadores han tenido sobre la humanidad. Tampoco los jóvenes tendrán oportunidad de examinar el contexto histórico y teórico en el cual surgió el materialismo marxista. Por ejemplo, no estudiarán la rica polémica de Ferdinand Lassalle con Marx, o de Karl Kautsky con Lenin. Desde luego que ni hablar del liberalismo en su vertiente económica y política. En las escuelas bolivarianas cuando se refieran a Adam Smith o a John Locke será para descalificarlos como viles agentes del capitalismo cruel e inhumano que los representantes del demonio han ideado para aplastar a los pobres. Por supuesto, en el programa bolivariano no se incluirán referencias de autores liberales como Ludwig von Mises o Friedrich Hayek, severos críticos del socialismo, pero cuya enorme densidad resulta incuestionable.
Con el SEB, Chávez intenta acabar con el conocimiento racional, sostén de la ciencia, para que su lugar lo ocupen las creencias más arcaicas. El teniente coronel debería enterarse de que todos los inventos, que han servido para mejorar la calidad de vida de la humanidad, han sido el resultado de investigaciones científicas y aplicaciones tecnológicas realizadas en ambientes capitalistas donde se respeta la propiedad privada y los derechos de autor, se fomentan las indagaciones desprejuiciadas y se enseñan conocimientos útiles, que además de fortalecer el espíritu y combatir la ignorancia, estimulan el ingenio. La máquina de vapor, la locomotora, la luz eléctrica, el telégrafo, el teléfono, el automóvil, el avión, la radio, la televisión, los satélites artificiales, la informática, la Internet, los celulares, los productos electrodomésticos, la lavadora y la secadora, para sólo citar algunos de los inventos más conocidos, han surgido en el capitalismo y en sistemas de enseñanza laicos en los que se subraya la creatividad, se potencia el sentido común y se le da un lugar privilegiado al pensamiento lógico y a la aplicación instrumental del saber, en un atmósfera de libertad. En estos sistemas se privilegia la vida y se propicia la paridad entre los seres humanos. Pocos inventos han igualado más que el carro, la televisión, el teléfono o el tren. Usted podrá encontrar una persona o familia que tenga una televisión o un teléfono más sofisticado y caro que otro, pero lo más importante es que ese aparato, en ambos casos, cumple la misma función: mejora la calidad de vida de la gente.
En cambio el socialismo lo que hace es achatar la mente y destruir el espíritu. El invento más importante de la Rusia soviética fue el fusil Kalashnikov, un arma para la muerte. La educación comunista arrasó hasta con la literatura. De contar con algunos de los mejores novelistas y cuentistas del planeta pasó a tener solo con epígonos baratos del régimen. En Cuba los mejores escritores viven en el exilio. Han tenido que huir de la isla para salvarse de la barbarie.
El SEB regresa al Árbol de las Tres Raíces. Vuelve a Simón Bolívar, Simón Rodríguez y Ezequiel Zamora. Las ideas pedagógicas de Bolívar y Rodríguez corresponden a la Ilustración, período esencial de la historia, pero ya superado. De Zamora no se conoce ninguna idea, ni pedagógica ni de ningún otro tipo. El sistema bolivariano (en realidad chavista) plantea como meta un “hombre nuevo” socialista y antiimperialista. Retorna al desarrollo endógeno y, para colmo, promueve la construcción de redes de información públicas comunitarias, es decir, de sapos.
¿Puede Venezuela encarar los retos de la revolución científico-técnica actual, de la revolución informática y la globalización, con un sistema educativo anclado en la prehistoria? Desde luego que no. Con fanáticos, aduladores, guerreristas, chauvinistas y delatores se va únicamente al despeñadero.