Estira y encoge
Si algo sabe hacer el Presidente Chávez es aplicarle a la sociedad la práctica del “Estira y Encoge”. Basta con revisar el proceso de cambio constitucional que ha promovido para observarla en toda su maquiavélica intención.
La teoría del “Estira y Encoge” se basa en amenazar con cambios negativos a normas que afectan a toda la población. Luego se filtra un documento que supuestamente contiene las modificaciones por hacer. La ciudadanía se pone en estado de alerta esperando lo peor.
Después de un periodo de ablandamiento se hace el anuncio oficial, con cambios importantes que excluyen buena parte de lo filtrado. En esta etapa la teoría del “Estira y Encoge” empieza a funcionar y algunos ciudadanos sienten cierto alivio porque “la vaina no salió tan mala como se esperaba”. Simultáneamente, al presentar la nueva constitución a la Asamblea Nacional (AN), el presidente exige que no se le cambie ni una coma y días después amenaza con retirar su proposición si los cambios no se votaran en bloque. Continúa, después, el periodo de ablandamiento que consta de dos acciones simultáneas: Una, invitar a la ciudadanía a opinar dándoles poco tiempo para oír sus comentarios. La otra, es una campaña feroz de desinformación que pretende convencer a los incautos que los cambios no dicen lo que dicen. Un ejemplo es el que sostiene que la propiedad privada no está amenazada. Esta estrategia de pretender que no hay afectación por el sólo hecho de regular o no permitir la libre disposición de un bien, tiene antecedentes en Argentina cuando Perón les prohibió a los propietarios de algunas haciendas su libre disposición. Entonces, la explicación oficial fue que el propietario podía “disfrutar sin disponer”. Sin embargo, los argentinos pronto entendieron que si no se permitía lo segundo (disponer) se impedía lo primero (disfrutar). Uno de los aspectos irrenunciables de la propiedad es, precisamente, poder disponer de ella. Para “disfrutar” se puede alquilar o pedir prestado un bien.
Otras desinformaciones tienen que ver con un supuesto “poder popular” que al final estará supeditado al poder ejecutivo y los beneficios de la no independencia del Banco Central porque “así habrá más dinero para combatir la pobreza”. Finalmente, esta la desinformación sobre la jornada de 36 horas y la creación de un fondo social para los trabajadores informales, beneficios que pueden ser otorgados bajo la constitución vigente.
La última etapa del “Estira y Encoge” la veremos las próximas semanas cuando la AN o el propio Presidente, “atendiendo sugerencias” modifique algunos artículos para “suavizar” su impacto. Por supuesto, que estos cambios no afectarán los elementos intocables del proyecto como la reelección perpetua, la centralización y la votación en bloque de la nueva constitución.
Hasta aquí hemos descrito la mecánica del “Estira y Encoge”. La psicología que la sostiene se basa, primero, en la convicción de que la ciudadanía estará siempre dispuesta a aceptar cambios si estos aparentan ser menores a las negativas expectativas iniciales. Segundo, que la estrategia de desinformación encontrará cultivo en aquellos que no quieren pensar en lo peor. Tercero, que una parte importante de la ciudadanía ya decidió que no vale la pena oponerse a los caprichos de Chávez porque este siempre se saldrá con la suya.
El reto ciudadano inmediato es no caer en la trampa del “Estira y Encoge”. Diseñar un programa comunicacional, tener la seguridad de que el proyecto de Chávez puede detenerse y no dejar que el derrotismo los arrope.