La vía circense para un socialismo bodeguero
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De conformidad con el numeral 8vo. del artículo 187 y el numeral 18vo. del
artículo 236 de la vigente Constitución de la República Bolivariana de
Venezuela, el Presidente de la República estaba obligado a presentar para
la discusión y aprobación de la Asamblea Nacional, en el transcurso del
tercer trimestre del primer año de cada período constitucional, las líneas
generales del plan de desarrollo económico y social de la Nación. Y de
ello, por lo menos, estuvo claramente consciente su ministro de
Planificación y Desarrollo, al comentarlo en su libro editado en marzo del
presente año.
Consabido, a última hora el Ejecutivo consignó un proyecto que el
parlamento se apresuró a engavetar y, lejos de cumplir con el mandato
constitucional, lo ha violentado en forma si se me permite la expresión-
ejemplarizante, pues presuntamente traza las líneas esenciales del
socialismo que tiene por inspiración la bodega petrolera, ocupado en una
reforma que sintetiza todo el cinismo de una vía circense que algunos
acuñarán como postmoderna, mientras que el resto de la población ha de
sufrir la falta de pan. Y es que, por ejemplo, voceros extraoficiales del
régimen, como José Vicente Rangel y Earle Herrera, en sus programas
dominicales, no se cansan de festejar la naturaleza constitucional del
régimen, sino que además- celebran su interés y voluntad por difundir
masivamente el texto de 1999 y el remiendo eventual que sufrirá mediante un
gigantesco simulacro de participación.
La vía circense al socialismo bodeguero se burla de previsiones como las
del artículo 299 in fine constitucional, porque dicen que nos encontramos
en una democracia participativa y protagónica, pero pasan por alto que un
plan de desarrollo económico y social requiere taxativamente de una
definición democrática, participativa y para que no haya dudas- «de
consulta abierta». El fetichismo constitucional y la interesada saturación
noticiosa del oficialismo, sumada a la pereza e ineficacia de muchos
sectores de la oposición, ha impedido una sobria consideración del
monumental fracaso del Plan de Desarrollo Económico y Social 2001 2007,
otro de los tantísimos que ha parido uno de los dos ministros de
Planificación y Desarrollo que ha tenido el gobierno desde 1999, algo
significativo si de proliferación y de alta rotación ministerial se trata.
Peor todavía, abultan los costos sociales y económicos de una gestión
improvisada de los asuntos públicos, porque sin unas directrices
vinculantes, cada quien interpreta y hace lo que le viene en gana con los
reales de todos los venezolanos, ³bodegueándose² en cada cargo y
responsabilidad de gobierno que haya alcanzado. Habrá que esperar a la
aprobación (supuesto negado) de la reforma constitucional para que los
diputados tramiten obedientemente en 2008 el nuevo plan y evadan otra vez
las circunstancias que pueden anunciar un posible delito, porque lo es al
implementar por la vía del circo un proyecto socialista que sólo Hugo
Chávez definirá, si es que algún día lo hará, aunque se traduzca en un
atraso que se paga con pobreza, subdesarrollo y calamidad disfrazada de un
neopopulismo digno de una serísima evaluación por los especialistas, en
razón de su macabra e irresponsable novedad.