Diálogo con el Ministro
Me parece que el Ministro de Educación Superior, Luis Acuña, es un hombre de diálogo y de convicciones, cualidades raras en estos tiempos. Dialogo con unas declaraciones suyas publicadas en El Nacional el 30 de septiembre.
1- En 1958, Cuba los revolucionarios ocultaron para no asustar el carácter comunista de su proyecto. Lo proclamaron luego de controlado el poder y desde el mismo, el Che Guevara exigió universidades sin autonomía sometidas al gobierno: “Esa integración más sólida (de la universidad y gobierno)-decía- significa pérdida de autonomía y esa pérdida es necesaria para la nación” (octubre 1959). En Venezuela la autonomía universitaria está amenazada por el socialismo totalitario que, quienes piensan como el Che, quieren imponer con la nueva Constitución.
2- Compromiso universitario con el país y su democracia social no es sumisión al gobierno. Lo universitario es discutir los planes y apoyar los que convencen. Así lo hicimos muchos en las décadas anteriores; en la universidad resonaban el país y sus proyectos de desarrollo. ¿Yo que estudié y escribí críticamente sobre el 4° y el 5° Planes de la Nación tendré mañana el deber constitucional de decir amén al nuevo Plan 2007-2013? ¿No es lamentable y ridícula una universidad como buey mudo atado al carro del gobierno?
3- A ambos nos preocupa el desencuentro entre las exigencias universitarias y el bajo nivel del sistema educativo, que castiga especialmente a los pobres y los aleja de sus buenas posibilidades de educación superior. La solución no es rebajar, sino reforzar radicalmente la educación básica y diversificada y buscar formas más adecuadas para la orientación y nivelación universitaria de quienes llegan con desventajas. Rebajar es burlarse de los pobres llevándolos al fracaso, antes, en, o después de la universidad.
4- No confundamos la calidad y el compromiso universitario con el debate sobre formas estatutarias de elección y de nombramiento para los diversos cargos en cada universidad, desde el Rector hasta el Director de Deportes. Usted sabe que en ningún país socialista o capitalista el secreto de la buena universidad estuvo en la elección de las autoridades por el voto igualitario de la comunidad universitaria. En el “socialismo real” las autoridades son nombradas y destituidas a dedo por el gobierno, al igual que en nuestras universidades bolivarianas. En la gestión y decisiones universitarias hay algunas que requieren experticia y por eso participan en mayor grado los que las tienen. Fomentar procesos tumultuarios a nombre del “poder popular” inarticulado, no electo y dirigido desde la cúpula del Ejecutivo o del partido de gobierno, es buscar el fracaso y el control de las universidades autónomas.
5- Coincido en que la visión crítica y la formación ética son más necesarias que nunca en el mundo universitario. Pero la ética y los valores no se imponen, ni para ser solidario hay que ser socialista-chavista. El socialismo tampoco es una vacuna eficaz contra los vicios, como lo demuestran las “mafias rusas“, salidas de las entrañas socialistas luego de medio siglo de “hombre nuevo”. Sin ir tan lejos, lo puede ver en el actual gobierno donde la descarada corrupción de tantos y tan altos hace enrojecer de vergüenza y de ira a los venezolanos.
6- En cuanto a la gestión y costos universitarios no ayuda criminalizar de entrada la iniciativa privada en educación. Al presupuesto público de los venezolanos le cuesta más de 12 millones de bolívares cada estudiante por año, mientras que las universidades privadas cobran menos de la mitad de esa cantidad. La falta de transparencia en la inversión de los dineros públicos hoy es más lamentable que nunca y los ejemplos en las cúpulas políticas son poco edificantes. De nada sirve obligar a las instituciones educativas (como lo han hecho con las privadas en la básica y diversificada) a rebajar( por la inflación) el sueldo real del personal e ignorar los crecientes costos de dotación. A la larga, la demagogia no paga y el ser autónoma, bolivariana, o privada no garantiza virtudes administrativas y de gestión.
Necesitamos producir respuestas que no saldrán del asalto del “poder popular», ni de ridículas indoctrinaciones y machetazos a la autonomía, ni de recortes presupuestarios a los no serviles. Dialoguemos en serio.
