Opinión Nacional

El mejor homenaje postumo

Conocí a Su Eminencia el Cardenal Rosalio Castillo Lara hace algo más de veinte años en el Vaticano, ciudad puesta bajo su mando por el Papa Juan Pablo II. Era una de las funciones que con tanto éxito, como en todas ellas, estaba cumpliendo. Estuvimos allá acompañando a Rafael Caldera junto a otros compatriotas, quien había sido requerido por Su Santidad como orador de Orden con motivo del XX Aniversario de la Encíclica Populorum Progressio del inolvidable Pablo VI. El Papa y Caldera presidieron la jornada en el Aula del Sínodo de Obispos del Vaticano. Estuvieron presentes 52 Cardenales, 22 Obispos, el Cuerpo Diplomático acreditado en el Vaticano y representantes de la ONU, la FAO y otras instituciones del primer nivel. El discurso fue una pieza oratoria excepcional, de esos que dejan profunda huella en quienes hemos dedicado la vida a las luchas políticas y sociales. Era el 24 de marzo de 1987 en la mañana. Ese día hable con el Cardenal por primera vez. Sencillo y profundo en sus comentarios sobre el acto y las palabras de Caldera. Dueño de la escena, punto de referencia de sus colegas presentes quienes lo distinguían con respeto y afecto a la vista de todos. Llegamos a la conclusión de haber conocido a un hombre excepcional. Claro, valiente y decidido a predicar su verdad por encima de cualquier consideración circunstancial y secundaria.

El tiempo fue consolidando esa primera imagen hasta convertirlo en uno de nuestros más importantes guías espirituales, sociales y políticos, especialmente después de su retiro y vuelta a la patria. Entonces pudimos tenerlo al alcance para múltiples consultas, pidiendo y obteniendo orientación en estos años tan complejos de la vida venezolana. Fiel a los principios recomendaba aferrarse a ellos para resistir las embestidas del adversario como única manera de no perder el rumbo. Sus palabras tenían como objetivo fundamental la liberación integral de Venezuela en los términos evangélicos que sirven de base a la doctrina social de la Iglesia. Dio razones por las cuales luchar y consignas concretas para la resistencia activa.

No estamos tristes por la ausencia física del Cardenal. Nos duele su ausencia, claro está, pero damos gracias al Señor por el tiempo que le permitió estar entre nosotros y en el mundo como Príncipe de la Iglesia Universal. Hemos asumido el compromiso de ser fieles a sus enseñanzas y a su ejemplo hasta las últimas consecuencias de nuestros actos. El mejor homenaje acaba de hacerlo la Conferencia Episcopal Venezolana en su más reciente documento. Termina diciendo: “Por cuanto el proyecto de reforma vulnera los derechos fundamentales del sistema democrático y de la persona, poniendo en peligro la libertad y la convivencia social, lo consideramos moralmente inaceptable a la luz de la Doctrina Social de la Iglesia” Firman los Arzobispos y Obispos del país. Rosalio Castillo Lara puede descansar en paz. Fue un hombre íntegro, generoso y útil.

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