¿Oposición o Testaferro del Régimen?
Los objetivos políticos del actual régimen venezolano siempre han estado claros—es más, desde 1997, cuando se cumplieron 30 años del fusilamiento de Ernesto Guevara de la Serna, alias “el Che” a manos del ejército boliviano—y dos años antes de que Hugo Chávez fuese electo Presidente—ha estado disponible en las librerías venezolanas una “Bola de Cristal”—una biografía del Che Guevara, titulada: Che Ernesto Guevara, Una Leyenda de Nuestro Siglo, del catedrático y diplomático francés; Pierre Kalfon, donde se han podido leer con suficiente antelación todas las medidas ejecutivas, legislativas y judiciales que implementaría el régimen, para resucitar o re-lanzar a la Revolución Cubana—la que ahora se ha adueñado de Venezuela—y todavía esa biografía, sigue funcionando como una bola de cristal donde se puede leer con antelación lo que continuará ocurriendo en Venezuela a partir de ahora en adelante, cuando “la revolución bolivariana del siglo 21” (muy entre comillas) ya ha arribado a su octavo año de control hegemónico de todos los poderes públicos (nacionales, estadales y municipales).
Todos los partidos políticos venezolanos “de oposición”; sin embargo, lo que han hecho desde el 2 de febrero de 1999, es aparentar estar en contra de las medidas del régimen y actuar “reaccionariamente” (sólo emitiendo opiniones y análisis de las medidas que toma el régimen, en vez de expresar ideas y posiciones políticas propias)—y en el fondo sentir una satisfacción maquiavélica de que “por fin” se comenzó realmente a instaurar en Venezuela un régimen socialista.
Un innegable indicio de esto es así; es que—sin excepción—esos partidos de “oposición” tildan de “fascistas” o de “militaristas” aquellas medidas del régimen que claramente no son fascistas ni militaristas, sino socialistas—o comunistas—(que es lo mismo), y que simplemente copian las medidas implementadas en su tiempo por Lenin, Trotsky, Stalin o Fidel Castro. Y llaman “capitalismo de Estado” a las medidas económicas del régimen, en vez usar su verdadero nombre: economía centralmente planificada o socialista.
La actual discusión sobre la reforma constitucional, sigue esa misma línea: sigue profundizando el control absoluto del régimen sobre todas las actividades que llevan a cabo los venezolanos, hasta que nuestro país sea convertido en una cleptocracia muy similar a la cubana—y que tiene las posibilidades de durar mucho más que el régimen castrista, por la existencia en Venezuela de gigantescas reservas de petróleo y gas natural que cada día se acercan más al valor de mercado deseado por el régimen: “100 dólares por barril”.
¿Y qué está haciendo “la oposición” ante esta triste realidad venezolana cuyo futuro es ampliamente conocido, al saberse lo que ha ocurrido antes con todo otro Socialismo Real—sin excepción?, pues más de lo mismo: aparentar discrepar del régimen, mientras unos invitan a la abstención electoral, otros a votar no en el referendum constitucional, otros a posponer el referendum, y los más cínicos le dicen al pueblo: “abran los ojos”—mientras los funcionarios “electos” y designados por el régimen continúan sin pausa—y con mucha prisa—diseñando una “nueva constitución” que legalizará en Venezuela a un ortodoxo marxismo-stalinismo.
¿Cómo podríamos calificar a esta actitud tanto “opositora” como gobernante?
Yo la califico como una maldición expresada así: “entre marxistas y cristianos católicos te veas”—porque son esas dos ideologías—una inventada por el alemán Karl Marx en el siglo diecinueve, y la otra por Pablo de Tarsus; en el siglo primero, (y posteriormente convertida en el siglo cuarto, en universal por Flavius Valerius Aurelius Constantinus), porque todo pareciera indicar que nuestros “líderes” políticos no pueden dejar de creer en lo sobrenatural ni en la utopía inventada por Marx y Engels—cuya “igualdad social” y “hombre nuevo”, son exactamente las mismas utopías que siempre han sido difundidas desde el Vaticano.