Protesto
Protesto por todo lo que creo injusto. Por la falta de moral de las personas que, bajo una bandera dicen que son honestas y antes han descargado una canción a través de un portal ilegal, por el taxista que buscando un par de monedas mas, da vueltas en cuatro calles, por los empaques que le sobran a la comida y por la carencia de esta para tantos.
Protesto por los políticos que se dicen ungidos de la verdad y alejados de la corrupción y se han vendido por sumas con varios ceros, por la agresividad de sus palabras y por hacerse eco de falacias mil veces dichas.
También lo hago por la violencia que se produce dentro de los hogares. Maridos contra sus mujeres, mujeres que golpean sin piedad a sus hijos, hijos que la emprenden contra sus padres, en fin, todo aquello que puertas para dentro atente contra la paz y la estabilidad de los afectos.
Protesto por los presos políticos, por los desmanes que les hacen, por las formas de ser tratados, por la violencia ejercida contra ellos. Son ciudadanos que han buscado defender libertades, exponer sus ideas.
Sumo mi voz a la de los expatriados por las guerras, por aquellos que tienen que partir hacia otros horizontes sin cobijo seguro.
No quiero dejar de alzar la voz por los oprimidos, por esos que con un salario de cuenco de arroz cosen las ropas que luego se lucen en alfombras rojas, ni por aquellos que, siendo los últimos de la cadena alimenticia, se disputan su sustento con las aves de rapiña.
Protesto por las colas que los ciudadanos viven, pero también lo hago por aquellos que acaparan en sus casas los bienes que podrían ser suficientes para todos porque no piensan que quien va detrás de él, de ella en la misma fila, su vecino, su primo, quizás no tenga ninguno de esos productos y que verdaderamente los necesita.
Me quejo de las guerras, de la situación económica de los países, por el desempleo, por la falta de confianza para invertir y desarrollar mejores oportunidades, por el endiosamiento que generan las cámaras, por la inseguridad que deja orfandades y lutos, por las armas, por no permitir que otros tomen la palabra, por la altisonancia de los insultos, por calificar a las personas por su mensaje sin pensar que para poder decir ‘Je suis Charlie Hebdo’ hay que ser un convencido de las libertades, todas, pero respetando significativamente al otro y sus creencias.
Dejo al lápiz trazar sobre este papel más palabras para decir también que protesto por las mentiras, por hacer que la fuerza del discurso político sea la que domine, por la manipulación de la información, por el despilfarro de los ingresos que son de todos.
En fin, protesto.