Ediciones mensuales

La Guerrilla

La liberación

SEMANA analiza lo bueno y lo malo de la negociación que devolverá a sus casas a los 70 soldados en poder de las Farc. EL PROXIMO DOMINGO 15 de junio, si todo sale como está previsto, los colombianos asistirán a uno de los sucesos más esperados de los últimos meses: la liberación por parte de las Farc de 60 soldados secuestrados en agosto pasado en la base militar Las Delicias y de 10 infantes de Marina que permanecen en poder de las Farc desde hace casi 10 meses. En un acto en el que estarán presentes cerca de 3.000 personas entre guerrilleros, soldados, delegados del gobierno, miembros de la Cruz Roja y de la Comisión de Conciliación, las madres de los soldados podrán volver a ver a sus hijos ante las cámaras de cientos de periodistas nacionales y extranjeros que se encargarán de Las Fuerzas Militares transmitir las imágenes de la entrega tuvieron que ceder y a todo el mundo. permitir el despeje de 13.000 kilómetros en el En medio del júbilo que significa Caguán para el país el hecho de que los uniformados vuelvan a sus casas, las [Image] negociaciones para su liberación, sin embargo, le dejaron a muchos un sabor agridulce en la boca. La sensación que reina en el ambiente es que, a la hora de pagar la fiesta, ésta terminará costando mucho más de lo que habría costado si se hubiera hecho antes. Tal y como le dijo el general (r) José Joaquín Matallana a SEMANA, «habría sido menos traumático desde el principio si se hubiera hecho una negociación realista, reconociendo el fracaso militar que significó Las Delicias. Esto nos hubiera ahorrado nueve meses en los que el problema se dejó crecer innecesariamente».

Aunque no es fácil poner en blanco y negro las ganancias o las pérdidas de un proceso tan complejo como ha sido el secuestro y la liberación de los soldados, en el que más allá del triunfo o la derrota de unas fuerzas enfrentadas está en juego el drama y el dolor de decenas de familias, SEMANA preguntó a varios expertos en el tema qué ganó y qué perdió cada uno de los protagonistas de este proceso y cómo afecta el desarrollo de la guerra en Colombia.

Las Farc

A nadie le cabe duda de que las grandes ganadoras de todo este episodio son las Farc. No sólo obtuvieron un triunfo militar sin precedentes con la toma de Las Delicias, sino que además lograron sostenerlo manteniendo cautivos durante 10 meses a los 70 soldados sin que el Estado pudiera hacer nada para evitarlo. En palabras del politólogo Eduardo Pizarro, «las Farc lograron poner de manifiesto las insuficiencias del Ejército en el campo de batalla y consiguieron sacar a 5.000 soldados de una zona cuya recuperación no se sabe cuánto le va a costar al Ejército».

Pero el mayor hit de las Farc estuvo en que, por cuenta del secuestro y la inminente liberación de los soldados logró en el terreno político lo que no había conseguido en 40 años echando bala en el monte: una negociación política y reconocimiento internacional. Las imágenes que recorrieron el mundo, en las cuales aparece un grupo de guerrilleros fuertemente armados requisando a los periodistas que iban a cubrir el encuentro entre los delegados del gobierno y los voceros de las Farc le sirvieron a estas últimas para demostrar que sí ejercen soberanía en una parte del territorio nacional y que por consiguiente son una fuerza política irregular y no solo unos narcobandoleros, como se les venía tratando por parte del Estado.

Con la devolución de los soldados en perfectas condiciones de salud lograrán, además, mostrarse ante el mundo como una organización que aparenta respetar el Derecho Internacional Humanitario.

Las Farc perdieron en el hecho de que de ahora en adelante, gracias a las imágenes que han transmitido los noticieros de televisión, muchos de los cabecillas podrán ser reconocidos públicamente, pues sus identidades han dejado de ser un misterio. «Las tomas donde aparecen varios de ellos van a ser muy valiosas para nosotros», dijo a SEMANA un oficial del Ejército.

El gobierno

El mayor logro del gobierno es sin duda el de haber conseguido ponerle punto final a este capítulo de la guerra en el país, que se había convertido para todos en un gran dolor de cabeza y, sobre todo, haber logrado salvar la vida de los 70 soldados, quienes podrán volver a sus casas después de 285 días de cautiverio. No obstante, la impresión que existe es que cedió demasiado. Para conseguir la liberación de los uniformados fue clave haber puesto al frente del proceso a una persona conocedora del tema como José Noé Ríos, quien tiene una gran experiencia como conciliador.

El ex consejero de Paz Ricardo Santa María considera que el gobierno se equivocó al permitir que la guerrilla fuera amo y señor de una parte del territorio nacional durante algo más de un mes. «Esto les permitió a las Farc inspeccionar y evaluar militarmente la zona a sus anchas y tener un importante contacto con la población, que va a convertir la recuperación de la zona en una tarea muy difícil para el Ejército», dijo a SEMANA.

Pero quizá lo más grave es que se le puso un punto muy alto a la negociación. El despeje de 13.000 kilómetros en el Caguán queda como herencia para futuros gobiernos que, de ahora en adelante, para cualquier aproximación que se haga con las Farc, tendrán que partir de la base de la desocupación por parte de la Fuerza Pública de un territorio determinado previamente. Y, además, cualquiera de esas aproximaciones deberá contar con la presencia de delegados internacionales. El ex consejero de paz Jesús Bejarano considera que «lo que hubo no fue negociación, sino entrega. El gobierno tenía capacidad de negociación y no la usó. La guerrilla no iba a matar a los soldados. Ni siquiera trató de evitar el espectáculo de la guerrilla, que va a ser su relegitimación a los ojos del mundo, transmitido en vivo y en directo».

Hay quienes opinan también que el despeje de la zona fortaleció los argumentos de los sectores del país que consideran que Samper es un Presidente débil y que está dispuesto a hacer grandes concesiones.

El Ejercito

Para los uniformados el golpe fue duro. No sólo tuvieron que sufrir las consecuencias de la toma de Las Delicias, sino que además no encontraron la forma de resolver militarmente el problema durante todo el tiempo de cautiverio de los soldados. Es decir, rescatándolos. Adicionalmente las Fuerzas Militares tuvieron que terminar cediendo y permitiendo el despeje de la zona, al cual se habían opuesto desde un comienzo.

Los próximos seis meses van a ser críticos para ellas. Primero tienen que recuperarse de lo sucedido; segundo, tienen que garantizar la realización de las próximas elecciones y además deberán frenar el avance de la guerrilla. Pero eso no es todo. En opinión del politólogo Juan Tokatlian, «no se sabe si el poder civil va a terminar responsabilizando a las Fuerzas Armadas del fracaso militar de Las Delicias y si todo ello termine por producir cambios en la cúpula militar».

Se ha especulado mucho sobre la posibilidad de que alguno de los soldados se quede con la guerrilla. Ello no va a suceder. Pero cualquier reconocimiento de los soldados a sus captores será un duro golpe para el Ejército.

Pero hay también quienes piensan que a las Fuerzas Militares habría que aplicarles algo de la filosofía de Francisco Maturana, en el sentido de que perder también es ganar un poco. Todo este episodio podría llevar a las Fuerzas Armadas a un replanteamiento y a una reflexión sobre ellas mismas y sobre el papel que deberán cumplir en un futuro inmediato. Según Eduardo Pizarro, «los militares se están sacudiendo y se dieron cuenta de que no podían seguir en contravía de la corriente mundial de defensa de los derechos humanos. Prueba de ello es que la Expomilitar, inaugurada el jueves pasado, está dedicada a tratar este tema».

Otros actores

Dos protagonistas que ganaron gracias a su bajo perfil fueron la Iglesia, representada en el obispo de San Vicente del Caguán, monseñor Luis Augusto Castro, quien demostró que ésta puede ser una importante mediadora en los conflictos nacionales; y la Comisión de Conciliación, que logró ganarse un espacio como intermediaria no gubernamental, reconocida por las partes en conflicto.

La pregunta ahora es ¿qué sigue? Para los habitantes de la región del Caguán el futuro no está despejado. Queda el temor de que sean vistos como pasivos frente a la guerrilla, lo cual deterioraría considerablemente sus relaciones tanto con el gobierno como con el Ejército.

La guerrilla tiene dos opciones: se queda tocando los tambores del triunfo y prepara nuevos golpes como el de Las Delicias o, dados los resultados que obtuvo con todo este episodio, empieza a buscar una salida orientada más en el terreno político que en el militar. Dicha salida, en todo caso, no será en lo que falta del gobierno de Ernesto Samper.

El Ejército tendría que replantear toda su estrategia en el campo militar, lo cual ya empieza a ser considerado por los comandantes de la institución. Las Fuerzas Militares necesitan, en lugar de rumiar su derrota, diseñar una nueva manera de acercarse a la población civil para ganar sus afectos. Es muy probable que de haber tenido a la población de su lado la ocupación del fuerte de Las Delicias no se hubiera presentado. Y para el gobierno su reto consiste en fortalecer cuanto antes su presencia en la zona para tratar de recuperarla económica y políticamente y ampliar esa presencia a los cientos de municipios olvidados del país. Sólo así podrá lograr que el drama de Las Delicias sea una historia que nunca se repita.


REVISTA SEMANA Junio 9 -16 de 1997, Edición 788 Bogotá, Colombia

Fundado hace 28 años, Analitica.com es el primer medio digital creado en Venezuela. Tu aporte voluntario es fundamental para que continuemos creciendo e informando. ¡Contamos contigo!
Contribuir

Publicaciones relacionadas

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Te puede interesar
Cerrar
Botón volver arriba