Opinión Nacional

La indignidad de un gobernador

En ésta ocasión no pienso refirme al escandaloso “caso shawarma”, donde groseramente se confabularon para estafarle varios millardos al Tesoro Público, ni al bochornoso caso de la presentación de Carlos Vives, donde cumplió dos de sus más preciadas ambiciones: apachurrar a uno de sus ídolos y sustraer centenares de millones del presupuesto estatal. No pienso hablar aquí de la indignidad de sustituir el nombre de Don Andrés Bello, nuestro más grande hombre de letras, poeta clásico y constructor del idioma castellano, que está muy por encima de la casi totalidad de nuestros próceres muchísimos de los cuales, al cesar la guerra de independencia se dedicaron al pillaje, al saqueo de las arcas públicas, a la politiquería, al caudillismo, a lo subalterno, al deshonor. No fue el caso de Andrés Bello, a quien el indigno poetastro que por desgracia mal gobierna hoy al pueblo de Anzoátegui, decidió eliminar de la memoria, del respeto, de la devoción que le debemos por su vida plena de grandeza, y que en nuestro estado se le honraba denominando con su nombre la principal arteria vial de la zona norte, y para sustituirlo Por quien? Por un delincuente político implicado en secuestros, subversión y otros delitos, cuyo único mérito fue morir a manos de otros delincuentes, ubicados éstos en la trinchera de la policía política. Y éste cambio se hizo solamente para adular la vanidad y el ego del vástago homónimo de aquél, quien no lo demerita en indignidad ni en malas mañas. Tampoco queremos hablar aquí del descarado robo perpetrado en la repavimentación de las avenidas Intercomunal y Alterna, donde se dijo que se invirtieron 85 millardos y en algunos tramos parece un paisaje lunar y en otros una pista de rusty trial. No hablaremos de las costosísimas obras de pésima calidad como la mal construida Sala de Emergencia del Hospital de El Tigre, que duró lo que suspiro en un chinchorro, o la Avenida Pedro María Freites, a la que el pueblo cambió el nombre de “hueco millonario” por “el hueco de Tarek”, o la pésima remodelación hecha en el Salón de Actos Anzoátegui, muy vistosa pero llena de detalles de mal acabado y tracalerías. No queremos referirnos a la atracción irresistible que siente por los potentados multimillonarios, que han chupado a todos los gobiernos, oligarcas y magnates por derecho propio, con fortunas levantadas a la sobra del Estado, a quienes éste poetastro les ha entregado las arcas del Tesoro del Estado, a cambio de que le publiquen loas y alabanzas y a que su maquillado rostro ilustre la mayor cantidad de páginas en sus periódicos o en las pantallas de sus televisoras. Tampoco queremos hablar aquí de la desmedida represión sufrida por los trabajadores petroleros, atacados a balazos por la policía estatal, por el gravísimo delito de exigir sus reivindicaciones laborales, sin que hasta ahora responsable alguno de tan grosera violación a los derechos humanos haya sido puesto a la orden de los tribunales. No hablaremos de la iniquidad cometida contra jóvenes estudiantes a quienes se reseñó policialmente y se les llevó a juicio, sólo porque elevaron su voz de protesta frente a los intentos obscenos de implantación de una tiranía en nuestro suelo patrio.

Hoy queremos referirnos a la desvergüenza, la indignidad, la bajeza moral, la ruindad, y el jalamecatismo arrastrado demostrado cuando de prefiere posponer los honores debidos al héroe epónimo de nuestro Estado, el gran José Antonio Anzoátegui, sólo para hacerle un recibimiento a un indigno, un mal hijo de la Patria, que pretende imitar a su idolatrado Adolfo Hitler, imponiéndonos una dictadura por vía de una reforma inconstitucional que busca cercenar las libertades y valores de un pueblo que ha dado reiteradas demostraciones históricas de su pasión libertaria. José Antonio Anzoátegui no puede ser estimado por gente cobarde, su corta y valerosa vida es una sonora denuncia contra ellos. Anzoátegui a los 30 años ya se había ganado, a sangre y fuego sus charreteras de General de División y la Jefatura mas importante en el Ejército Libertador, sólo por debajo de Bolívar, no como el cobardísimo Teniente Coronel golpista y fascista, fracasado hasta como administrador de cantina y mejor conocido militarmente como “el héroe del Museo Militar”, de quien son características harto conocidas la cobardía y la falta de valor personal en las situaciones difíciles. Posponer los honores debidos a José Antonio Anzoátegui, para halagar la vanidad de Chávez es una palmaria demostración de la indignidad de un gobernador.

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