De papelón en papelón
Definitivamente esta bolivariana patria no es de azúcar blanca sino de papelón grosero, malcriado y montaraz.
De papelón en papelón van nuestros líderes notorios, exasperándole la vida a todos y a todo, en vez de otorgarle un poco de ansiado reposo a la comunidad nacional o a la forastera.
El dedo en la llaga, la uña en la roncha, la pata en el pescuezo ajeno, pareciera ser la consigna váyase adonde se vaya, en avión propio o prestado, en cadena nacional o en rueda de prensa convocada.
De faroleros y ostentosos nos acusan, con renovada razón, los otrora aliados de ultramar; de vanos y presumidos, de hablachentos y chismosos, de no saber respetar la palabra empeñada o la confidencia solidaria somos señalados. ¡Dime que te respondo!, ¡Confíame que lo cuento!, ¡Susúrramelo que lo comunicaré de voz en cuello! son las evidentes señales de sagacidades en discusión, de astucias torpes, de prudencias inexistentes.
La burla, la chacota y el descrédito se constituyen en bumerán de nuestras acciones exteriores, la argucia infantil y la juvenil pajita en el hombro, el fue quien pisó la rayita primero, se erigen valederas políticas de Estado, asumidas por nuestros arrojados ductores con la misma irresponsabilidad con que los adolescentes se tutean en el patio del liceo, en el sanitario colectivo cuando se jactan de mostrar quién tiene la lengua más larga.
¡De papelón en papelón vamos sin que la zafra sea evidente ni dulce la cosecha!