¿Qué nos dejó el gobierno de Chávez?
Más allá del rescatar el sentido multitudinario de la política, venido a menos antes de 1998, el presidente Chávez se esmeró por soliviantar los resentimientos sociales recónditos que ineludiblemente existen en toda sociedad, sobre todo en aquellas en las que las diferencias mutuas son ostensibles a simple vista. Él enamoró a sus gregarios con argumentos profundamente populistas y disociados de la realidad como que «el pueblo» merece más y por tanto debe liberarse de responsabilidades respecto de la crisis cambiaria, caos del tráfico, de la rabiosa violencia, del mal funcionamiento del sistema educativo y de la infecunda lucha de clases. Que todos los males son saldos dejados por la clase política del pasado rebajada y corrupta.
¿Qué modelo de sociedad suscitó el presidente Chávez a lo largo de su mandato? Un país hondamente dividido entre héroes y renegados; explotadores y explotados; patriotas y traidores; Íntegros y pecadores. En resumen: buenos y malos. No eran consideraciones aisladas; también se configuró una sobrevaloración de los partidarios del régimen motivada por enormes prejuicios sociales que los llevó a autoconceptuarse moralmente como superiores «al resto» de los venezolanos. En otras palabras, la República del pasado estaba mal programada hasta que llegó la perspectiva revitalizadora de la revolución.
La democracia de la aclamación, sin más nada, liderada por Chávez le hizo un terrible daño al país porque nos distanció de la esencia de los conflictos y por ende de las formas para confrontarlos. Buscó por todos los medios, y lo logró en parte, que la mayoría capitulara ante los problemas más estridentes para así asumir pleno control de los mismos. También logró que las instituciones del Estado se hicieren inservibles para el interés general; de esa manera estarían bajo su égida. No es un secreto el dominio que ejercía sobre el Poder Judicial, Legislativo, Ministerio Público, así como en el CNE.
¿Qué hacer ahora? No podemos rendirnos aunque al día de hoy se nos haga terriblemente difícil encontrar una orientación acorde con la realidad actual y con la impar situación que nos ha tocado vivir en los últimos 14 años. No podría decirse que la desaparición de Chávez nos halle inadvertidos y nos sorprenda. El escenario había sido suficientemente debatido públicamente a sabiendas de su gravedad causada por la terrible enfermedad que lo aquejaba desde hace dos años. Ahora el cargo vacante será ocupado por quien resulte ganador de un subgénero de elección presidencial sobrevenido a celebrarse en cortísimo plazo.
Más allá del nombre del sucesor, las condiciones del país requieren de un equipo pensante desintegrado de la rutina populista que ha mal gobernado el país hasta hoy. Inflación, escasez, inseguridad, desempleo, entre muchos otros, son problemas que sobrepasan el interés del ciudadano común por la política. Sin embargo, hay que insistir que el buen manejo de la política es la vía adecuada para solventar los serios conflictos heredados. Ciertamente, es difícil propagar su sentido noble entre los escépticos. Sin embargo, en la corta campaña que se avecina, de manera simultánea con las ofertas propias de toda campaña electoral, debe resembrarse el concepto de política como único camino viable y útil de la democracia. Todo lo demás es ilusión de poco alcance en el tiempo.
Ciertamente el país confronta una confusión muy extendida, sobre todo entre los jóvenes que han coexistido buena parte de su ciclo cronológico en un régimen que se desvinculó de la civilidad para sustituirla por la confrontación. Pudiera ser que el elegido por el oficialismo siga apostando a que el escarnio permanente contra el adversario le favorecería en una campaña corta; sin embargo, esta estrategia colapsaría al poco tiempo pues mientras el candidato pretenda regodearse con su ferocidad, los conflictos seguirán potenciándose exponencialmente. Llegó la hora de la rectificación o del hundimiento. ¿Cuál camino escoger?
@MiguelBM29