¡A votar!
Faltan seis días para «hacer algo» que impida que nos caleteen un sistema comunista que, disfrazado de socialismo, fracasará estrepitosamente como en otros países del mundo. Imposible predecir cuántas tristezas, cuánta desolación y cuántas tragedias nos pueda traer.
Para quiénes aún tienen dudas sobre si los ciudadanos de a pie podemos «hacer algo», les tengo una buena noticia: sí podemos: tenemos que votar y cuidar ese voto.
Hace tres días conversaba con Luis Alberto Machado, con quien siempre he coincidido en la posición de ir a votar. Él insistía en convencer a los abstencionistas:
«Ante los que argumentan que ha habido fraude en todas las votaciones que ha ganado Chávez, hay que responderles que sí, que sí lo ha habido. Y que si todos sus argumentos son ciertos, también es cierto que antes de todas esas votaciones, todas las encuestadoras con credibilidad daban por ganador a Chávez. Y todas con números muy aproximados a los del resultado final. En Venezuela, desde 1958, en todas las elecciones ha habido fraudes, pero no ha sido ningún fraude el que le haya dado la victoria a ningún Presidente. Y además, el que pierde siempre pierde, porque al que pierde lo dejan solo. Así ha sido siempre, y así será siempre.»
Una de las debilidades que ha tenido la oposición es la de no creer en las encuestas cuando no la favorecen. Y ha sido tremendamente injusta con las encuestadoras y sus representantes, sin detenerse a pensar en algo tan simple como el hecho de que los clientes de esas empresas ni
son del gobierno, ni pagan por escuchar lo que quisieran escuchar, sino para conocer la realidad por más cruda, cruel y descarnada que ésta pueda resultar. Y nos guste o no, repito, las encuestas han coincidido con todos los resultados electorales.
Una de las fortalezas del gobierno ha sido, precisamente, la de creer en las encuestas. Lo contrario de la oposición. Por eso el nerviosismo de los últimos días. Ya lo había anticipado Luis Enrique Alcalá, el Doctor Político*, en su Carta Semanal #264 del 22 de noviembre, cuando dice:
«Willian Lara, Ministro del pomposo «Poder Popular» para la Comunicación e Información, se ha visto forzado a apelar a un viejo argumento de perdedores, al sugerir que la presencia en la calle de los estudiantes partidarios del gobierno, en su marcha de ayer, es la verdadera medición electoral, y no las encuestas de opinión. Así dijo: «La guerra de encuestas que se ha desatado en las últimas semanas queda invalidada con la expresión popular que ha tomado las calles». Como que no ha notado que otra expresión popular, enteramente contraria, ha tomado otras calles. Es una expresión que no asiste en autobuses o con viáticos pagados por PDVSA.
Lara procuraba sin éxito controlar el daño infligido a las pretensiones absolutistas de Chávez por la divulgación de los más recientes estudios de opinión. Tan sólo la prestigiosa encuestadora Datos ha revelado el cataclismo de los últimos treinta días, cuando la intención de voto a favor del proyecto oficialista de «reforma» constitucional disminuyera doce puntos. (De 42% a 30%). Prácticamente en la misma proporción ha aumentado el rechazo. (De 30% a 41%). También ha anunciado Datos que decrece la propensión a abstenerse en el referéndum previsto para el 2 de diciembre».
Pues bien, no solamente Datos. Hoy todas las encuestas serias, Consultores 21, Datanálisis, Félix Seijas, Hinterlaces, Keller, Mercanálisis (en estricto orden alfabético) dicen claramente que si todos quienes estamos por el «NO» vamos a votar, ganaremos con un margen lo suficientemente amplio como para evitar el supuesto fraude. Pero no sólo hay que ir a votar, hay que tener testigos en todas las mesas y hay que estar dispuestos a defender el voto. No es fácil, pero es una vía cierta y más que posible, probable. Las encuestas dicen también que a medida que crece la intención de voto, disminuye el «sí». ¿Es que acaso no vale la pena defender el país que queremos?… ¡Tenemos que salir a votar!