La esperanza
Además de trabajar por una propuesta de unidad nacional y por una rectificación colectiva que nos lleve a cambiar el modelo rentista petrolero que adoptamos hace muchos años, en mi primer artículo del año, me comprometí también a trabajar por la construcción de una alternativa capaz de sustituir el actual gobierno y el actual modelo.
“No nos dejemos arrebatar la esperanza”, ha dicho el papa Francisco. Lo más grave que nos podría pasar a los venezolanos, agobiados por la magnitud de la crisis y por la mediocridad de las respuestas, es que nos dejemos arrebatar la esperanza. Convertirnos en un pueblo desesperanzado sería más grave todavía que todo lo que nos está ocurriendo.
“La esperanza es lo último que se pierde”, dice la expresión popular. En efecto, en Venezuela no podemos perder la esperanza. Este país tiene todo lo que se necesita para tener éxito. Y lo tiene en abundancia. Tal vez la circunstancia de la caída de los precios del petróleo en el mercado internacional termine siendo una bendición.
Por fin caeremos en la cuenta de que no podemos seguir dependiendo de un solo producto de exportación: el petróleo.
Lo que necesita Venezuela es una economía diversificada; una economía que, además del petróleo, sea capaz de producir muchas de las cosas que en este momento estamos importando o estamos necesitando importar, pero no conseguimos los dólares para hacerlo.
Hasta ahora y desde hace unas cuantas décadas, Venezuela se limita a exportar petróleo, obtener unos cuantos dólares por esa exportación y gastar los dólares importando del exterior todo lo que necesitamos para nuestra propia subsistencia.
La crisis económica que estamos padeciendo es una crisis de dólares. El gobierno tiene bolívares, pero no dólares. Y para comprar en el exterior necesita dólares, los bolívares no le sirven. Hay que reducir las importaciones y hay que diversificar las exportaciones. Para comernos el pabellón criollo, el plato típico venezolano, hay que ponerle carne importada de Brasil, caraotas de Nicaragua y arroz de Ecuador. No hay derecho. Venezuela puede producir muchas de las cosas que ahora estamos importando y puede exportar muchas cosas, además de petróleo, que nos produzca un ingreso adicional en dólares. Por eso, no debemos perder la esperanza. ¡Seguiremos conversando!