NUEVA YORK
Max Scherzer y Jon Lester bien podrían tener en el uniforme anuncios luminosos en formas de signo de dólar cuando comiencen los entrenamientos de primavera la próxima semana.
Sus carreras fueron redefinidas en este invierno, cuando se unieron a la élite del béisbol de los brazos de 100 millones de dólares, un grupo de 16 lanzadores que suman contratos por 2.420 millones de dólares. Cada juego que abren y cada lanzamiento que hacen estarán bajo a la lupa en relación a sus salarios.
Al juzgar por la historia, más vale que tengan éxito pronto con sus nuevos equipos. Sus triunfos y entradas lanzadas posiblemente disminuyan con el paso del tiempo.
Theo Epstein, el presidente de operaciones de béisbol de los Cachorros de Chicago, quien adquirió a Lester, compara esos mega contratos a «comprar un artículo de lujo», el equivalente en el béisbol a una cartera Louis Vuitton o a un Ferrari clásico.
¿Vale la pena el lujo para el plantel? ¿O es solo un símbolo de estatus?
«Hay jugadores que marcan una diferencia. Talentos especiales. Usualmente solo hay de 10 a 12 en el deporte, y te dan algo que nadie más puede dar», señaló el agente Scott Boras, quien negoció los contratos de Kevin Brown, Barry Zito y Scherzer. «Muchos equipos tienen muchos lanzadores, pero pocos tienen a un verdadero as».
Solo tres pitchers han ganado anillos de Serie Mundial luego de firmar contratos de nueve cifras: CC Sabathia con los Yanquis de Nueva York, y Zito y Matt Cain con los Gigantes de San Francisco. El resto tiene sus finanzas resueltas pero con ambiciones menguadas.
Los lanzadores de 100 millones de dólares se han combinado para promediar marca de 12-9 con 3.39 de efectividad durante los primeros cuatro años de sus contratos, según STATS. En los años restantes su foja promedio cayó a 7-7 con 4.43 de carreras limpias.
La durabilidad declina drásticamente, con el promedio del grupo en 205 innings en las primeras campañas y 178 para el tercer año y apenas 132 para el quinto año de contrato.
Justin Verlander tenía registro de 124-65 y 30 años de edad cuando firmó su gran contrato con Detroit en marzo de 2013. Desde entonces su marca es de 28-24, limitado tras una cirugía muscular antes de la temporada de 2014.
«No creo que haya alguien que vea los contratos a largo plazo para lanzadores de mayor edad y piense que todos ellos serán años de inversión al máximo nivel», señaló el presidente de los Tigres de Detroit, Dave Dombrowski. «Esperas cierto declive y los ajustes que se dan».
En busca del primer campeonato en la historia del equipo, Washington firmó a Scherzer, de 30 años, por 210 millones de dólares y siete años, cinco millones menos que el récord para un lanzador, impuesto por el as de los Dodgers de Los Ángeles, Clayton Kershaw.
Los Cachorros, que ganaron su último campeonato 17 días después de que el primer Modelo T de Ford saliera de la fábrica en 1908, le garantizaron 155 millones de dólares por seis temporadas a Lester e incluyeron 25 horas de jet privado para uso anual para seducir al zurdo, quien cumplió 31 años el mes pasado.
Epstein toma en cuenta historial de salud, tipo de cuerpo, capacidad atlética, carácter, ética de trabajo, mecánica y determinación entre los factores para determinar si un lanzador es merecedor de un contrato así.
«Si firmas a Andy Pettitte a los 31 años de edad, hubieras tenido dividendos a lo largo del contrato», señaló Epstein. «Así que es asunto de intentar firmar al tipo adecuado».
Brown se convirtió en el primer hombre de 100 millones de dólares en el béisbol cuando firmó con los Dodgers en diciembre de 1998. Había guiado a Florida al título en la Serie Mundial de 1997 y a San Diego al campeonato de la Liga Nacional en 1998.
El contrato de Brown sorprendió a un deporte acostumbrado a elevar sus salarios desde que comenzó la agencia libre en 1976.
Sandy Alderson, entonces ejecutivo en la oficina del comisionado, lo definió como una «afrenta al béisbol».
«Estoy de duelo», dijo Larry Lucchino, entonces presidente de San Diego. «No por los Padres, sino por el béisbol».
Brown tenía foja de 139-99 con 3.30 de efectividad cuando firmó el contrato y registró foja de 72-45 con 3.23 de efectividad durante su vigencia para los Dodgers y Yanquis, que le adquirieron para los últimos dos años. En total, los pitchers de 100 millones promedian marca de 96-64 con efectividad de 3.46 al momento de aceptar los contratos, y luego fojas de 39-28 con 3.55 de efectividad tras obtener el dinero en grandes cantidades.
Solamente dos de los anteriores tienen récords negativos bajo sus contratos: Zito compiló un 63-80 con San Francisco y Cole Hamels ostenta un 17-23 con Filadelfia, aunque su efectividad sea de 3.05 en las primeras dos campañas.
«En los acuerdos a largo plazo, el mejor dividendo de la inversión está en los primeros años y típicamente en el último año o dos, el desempeño no está acorde a lo que se gasta», comentó Epstein. «La inflación ayuda a mitigarlo un poco, ya que al final de los acuerdos, los salarios se han disparado, el costo por una victoria se ha disparado, así que no le está requiriendo al jugador que rinda a lo que vale el contrato en ese momento».
Nueve de los lanzadores firmaron sus contratos como agentes libres, y los demás dos años antes de la agencia libre. Kershaw y Masahiro Tanaka de los Yanquis fueron los más jóvenes con 25 años de edad, y Brown el más viejo con 33.
Boras dice que se toma en cuenta el declive. Y acota que los ases no son bien pagados en sus primeras temporadas.
«Estos jugadores tendrían un valor de 40 y 45 millones por esos tres o cuatro años», dijo. «Se quejan diciendo: `Te saldrá caro en los últimos años’. Pero la realidad es que no le estás pagando su verdadero valor en los primeros años».