¿El año de los años?
En 2008 se esperan cambios fundamentales en Latinoamérica. En la imposibilidad física de analizar el vasto universo disponiendo de sólo 600 renglones, me contentaré con identificar las tendencias que pugnan en Latinoamérica, una de las regiones más atrasadas del mundo en variables ¡ay! que tocan el alma y el cuerpo.
Lo sobredeterminante es la confrontación entre las dos opciones plantadas en la arena. Las he llamado “aperturista” y “aislacionista”. La primera gira hoy en torno al presidente Chávez y envuelve a Cuba, Nicaragua, Bolivia y tal vez Ecuador. Subrayo “tal vez” porque el presidente Correa se ha opuesto a las reelecciones vitalicias, no termina de incorporarse al ALBA, no amaga con salirse de la CAN tras la caprichosa ruptura de Chávez con Uribe, ni participó en el mitin “alterno” a la Cumbre de Jefes de Estado hispanoamericanos celebrada en Santiago de Chile. En esta tendencia, Fidel oficia como vicario. Su convalecencia de año y medio en una privilegiada Clínica es demasiado larga para suponer que pueda recuperar efectivamente la Presidencia del Consejo de Estado.
La otra opción, la aperturista, ha tenido éxitos con altibajos. Su horizonte es amplio y sin duda vencerá porque va con la corriente del desarrollo. Cuenta con amplia mayoría y reúne a los países más fuertes y poblados de la región. Brasil y México, cuyas relaciones han mejorado mucho, representan las 2/3 partes del Producto latinoamericano. Chile, con más de 50 TLC suscritos con países de todos los continentes, sigue siendo un modelo, no obstante su precariedad energética, que por un momento lo puso a merced de países con los que arrastra diferencias históricas desde la Guerra del Pacífico.
Mientras el bloque aperturista tiende a fortalecer la democracia, el pluralismo, las relaciones con las potencias desarrolladas y no “ideologiza” sus relaciones comerciales, el bloque aislacionista va en la dirección opuesta. Sólo que en Venezuela sufrió un alucinante traspié con la histórica victoria de la disidencia en el referendo del 2 de diciembre. En Bolivia, por otros motivos, se abre un abismo que podría fraccionar al país y hacer naufragar a Evo Morales. Y en Cuba crece al murmullo en el fondo del volcán, a propósito de la sucesión en el mando. ¿Deberíamos más bien llamarla la “transición”?
Surge la pertinente pregunta de si el bloque fundamentalista tendrá un segundo aire con la nada improbable victoria electoral de la Alianza Popular para el Cambio. De vencer Fernando Lugo, afiliado a la Teología de la Liberación, posiblemente ocurra eso. Con Lugo están la izquierda y el tradicional Partido Blanco. Su programa es abstracto. Contempla 6 ejes, todos los cuales son probos. ¿Pero cómo financiarlo si no aclara cuál será la fuente de las inversiones que Paraguay necesita con la urgencia de un ahogado?. No indica cómo, fuera del libre comercio, podrá reactivar la economía, que es su cuarto eje programático.
¿Ganará Lugo? Lo favorecen la división del Partido Colorado y el fracaso del presidente Duarte. Pero enfrenta un tremendo escollo, el general ultraderechista Lino Oviedo, quien le saca 6 puntos de ventaja, según la conocida Consultora Internacional Mori. ¡Una desgracia es pendular entre dos extremismos! Además, conforme a la misma fuente, el gubernamental Partido Colorado controlaría el Congreso, con 40% frente al 28% de la Alianza de izquierda.
La situación boliviana es de pronóstico reservado, y el chavismo quizá (sólo quizá) se hunda en las elecciones de octubre. Si significa algo la firma de dos protocolos sobre derechos humanos y la críptica alusión por Raúl a la “democratización”, entonces ciertamente 2008 pudiera ser el año de los años.
¡Feliz 2008, pues!