Opinión Nacional

Plebiscito: El fin del principio

El presidente Chávez, en su campaña por la mal llamada reforma constitucional, quiso transformar el referéndum aprobatorio en un plebiscito sobre su liderazgo. Consciente de que la mayor parte de sus propuestas no tenían aceptación en la mayoría del pueblo, su estrategia se concentró en un único “mensaje-chantaje”: quien esté conmigo, vote SI, quien vote NO, es mi enemigo. Por eso, el voto popular del 2 de diciembre asume una particular relevancia política. La fortaleza esencial del poder de Chávez ha consistido en una legitimidad carismática, que se basa en los factores no racionales de la política, como el afecto, los mitos, las emociones y los sentimientos. En todas las contiendas electorales desde 1998, Chávez había mantenido el apoyo mayoritario de los sectores populares, obteniendo siempre alrededor del 60% del voto nacional. La derrota sufrida en el plebiscito es de una extrema gravedad para Chávez, porque el NO ganó en la mayor parte de los sectores populares urbanos del país. El chantaje afectivo se demostró insuficiente, aunque provocó el aumento de la abstención entre muchos chavistas opuestos a la reforma, pero que no pudieron, “por ahora”, votar contra Chávez. Los partidos democráticos deben actuar inteligentemente entre estos sectores abstencionistas, provenientes del chavismo. La “magia” carismática del caudillo está en crisis. El “amor” se acaba, por la rutina de un gobierno incapaz, ineficiente y corrupto. Parafraseando a Churchill, después de la batalla de El Alamein, podríamos decir: no es el fin, ni siquiera es el principio del fin, pero es el fin del principio de la “era Chávez”. Obviamente, el caudillo militarista mantiene todavía el control sobre recursos materiales y humanos muy poderosos, por eso la alternativa democrática debe trabajar intensamente en la construcción y organización de una nueva mayoría, evitando caer en la tentación de “atajos”, que sólo favorecerían al caudillo malhablado. La alternativa democrática necesita de cierto tiempo para fortalecerse. La Asamblea Constituyente es una “bomba nuclear”, que le daría el poder total al ganador. ¿Estamos ya dispuestos a jugarnos Rosalinda? Los estudiantes dieron su aporte en entusiasmo, vigor y coraje, pero deben inscribirse en el registro electoral. La organización de los partidos fue esencial en el control y defensa del voto. Para la construcción de una alternativa democrática creíble es necesario el rencuentro entre los partidos y la sociedad civil, incluyendo los medios. La “antipolítica” es el caldo de cultivo de las tiranías.

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