Querido Niño Jesús
Te escribo como es mi costumbre hacerlo en esta época. Ya es usual que en estos últimos años me asalte la misma duda: no sé si pedirte que me traigas o más bien pedirte que te lleves. Porque si es por preferir, yo prefiero que te lleves muchas, muuuuuchas cosas, antes de pedirte que me traigas algo… Pero lo que quiero que te lleves lo voy a escribir el próximo lunes en mi acostumbrado artículo sobre las cosas que deseo botar por la ventana. Así que lo que te voy a pedir es que la semana que viene, ya más aliviado de trabajo que de seguro tendrás esta semana, te lleves bien lejos todo lo que quiero botar.
Sin embargo, voy a aprovechar que estás leyendo mi carta para hacerte una petición. No es un regalo, sino llamarte la atención sobre un asunto que me preocupa: por fortuna, Niño Jesús, todavía existimos venezolanos que creemos en ti, que te escribimos cartas, que les hablamos de ti a nuestros hijos. Pero tengo que confesarte que con gran preocupación veo que estás dejando que te quiten terreno, y que tú no estás haciendo gran cosa por evitarlo: fíjate, en vez de pedirte a ti, de un tiempo para acá hay muchos que le piden a un tal «Santa». No a San Nicolás, quien entiendo ha sido un buen aliado tuyo desde hace años, sino a «Santa», como hacen allá «en el norte». Tal vez digas que tú no eres mezquino y que eso de egoísmos no va contigo… También dirás que eso es uno de los efectos inevitables de la globalización. Podrías hasta añadir que Santa es una magnífica persona, o que la cultura es universal… en fin, ¡qué sé yo, Niño Jesús! No puedo decirte lo contrario… Lo que pasa es que tú no vives aquí, ¡pero si vivieras en Venezuela todo el año, te darías cuenta de que lo de «Santa» es, en efecto, una gran amenaza, me prestarías atención y hasta me ayudarías!
Te explico: si la gente sigue hablando de «Santa», diciéndole a los niños que «Santa»es quien trae los regalos, identificando la Navidad con «Santa», le está dando un magnífico argumento al Presidente Chávez para decir y repetir mil veces que es «la mano peluda del imperio» que intenta acabar con nuestra cultura autóctona. Y aunque sabemos que el «imperio» nada tiene que ver con eso, sino que son refistolerías nuestras, porque no hay cosa que nos guste más que algo de «afuera», ahí sí que no le faltaría razón a Chávez… Eso sería darle cuerda, cuerda y cuerda… ¡Y aquí, Niño Jesús, estamos hasta los tequeteques de los discursos largos y la habladera! ¿Tú no sabes que Chávez no se calla casi nunca? Yo me imagino que hablará hasta dormido. El Rey de España lo escuchó cuarenta y cinco minutos y lo mandó a callarse. Nosotros hemos tenido la infinita paciencia de escucharlo durante ¡nueve años! Nueve años de habla, y habla, y habla. Por favor, ¡no permitas que tenga argumentos para seguir atosigándonos con su verborrea!…
Por otra parte, tampoco tendría nada de raro que a algún funcionario se le ocurriera que lo de Santa es cosa de la CIA, porque ellos creen que la CIA tiene que ver con todo y con todos. Están, como quien dice, obsesionados con la CIA. Entonces dirían que la CIA entra a los hogares venezolanos vía satélite o cable, se mete subliminalmente en nuestras neuronas y te cambia a ti por «Santa» (no te rías, mira que ya hubo uno que se paseó por la posibilidad de que nos espiaran por Directv, lo dijo públicamente y sin ambages) Pero ahí viene el peligro, Niño Jesús: ¿qué tal si se les ocurre que ésa es la perfecta excusa para cerrar las operadores de cable y satélite? ¿Qué vamos a ver entonces cuando vengan las cadenas?… ¿Qué vamos a ver cuando no haya cadena?… Las opciones son pocas. ¡Tienes que hacer algo para que este asunto de «Santa» no nos vaya a echar a perder la vida más de lo que ya la tenemos!
No se te olvide que si tu mamá fuera andina, y tu papá de los llanos, tú, Niño Jesús serías, un niño venezolano. Entonces no nos desampares…
Y no se te olvide leer mi artículo del próximo lunes, porque allí estará la lista de lo que te debes llevar, mi querido Niño Jesús…