La FAN y las FARC
Resulta complicado descubrir la lógica tras el apoyo que Hugo Chávez proporciona a las FARC y el ELN, si es que tal lógica existe. Lo más probable es que no se trate de lógica sino de impulsos disparatados, que inexorablemente destruyen la imagen y erosionan el poder del caudillo de la revolución bolivariana. Comparto en tal sentido la caracterización que el periodista venezolano Rafael Poleo hace de Chávez, definiéndole como «un pobre muchacho latinoamericano con la cabeza llena de basura».
Esa basura es producto de los resentimientos y complejos que forman parte esencial del bagaje ideológico de la izquierda en nuestros países, y que en Chávez se manifiestan en toda su patética inutilidad. Chávez pareciera creerse el cuento según el cual las FARC y el ELN representan algún proyecto de liberación, y les observa a través de un prisma romántico que conjuga al Ché Guevara y Marulanda, dentro de la misma confusión entre guerrilleros, política, narcotráfico e ideología.
Volviendo al punto de la lógica, o, más bien, falta de la misma, Chávez nada gana con su respaldo a dos de las más crueles y despiadadas organizaciones subversivas en América Latina, y por el contrario pierde puntos en los bastiones bienpensantes de la izquierda moderada, que por años le concedieron su tolerancia. Mi impresión es que a pesar de todo, y aunque suene paradójico, la conducta crecientemente errática de Chávez aún le protege en esos ámbitos, pues cada vez le toman menos en serio. Antes le daban su condescendencia; ahora le miran como quien contempla un evento cómico en un circo de pésima reputación.
Uno se pregunta cómo interpreta la Fuerza Armada Nacional venezolana semejante espectáculo. Cuesta trabajo imaginar a nuestros militares convenciéndose algún día que las FARC y el ELN son aliados de los auténticos intereses de Venezuela. No obstante, su complacencia frente a los desvaríos del Jefe del Estado, y ante la evidente traición a los intereses del país encarnada en las recientes decisiones de Chávez, inducen a la reflexión y la inquietud. Ignoro si el rumbo caótico de la política exterior «bolivariana» acabará por involucrar a Venezuela en una guerra con Colombia, pero quizás es tiempo que los militares venezolanos se planteen cuál podría ser su desenlace. El destino de Galtieri en las Malvinas es digno de ser tomado en consideración.
Es lamentable la situación en que se encuentra el estamento castrense venezolano, conducido por un personaje destemplado e irresponsable que mira hacia La Habana y las selvas colombianas, en tanto acá se multiplican exponencialmente los males que una vez prometió erradicar. En su momento, los militares venezolanos tendrán que explicarse ante la nación.
No dudo que en Chávez coexisten una dolorosa ingenuidad y una enfermiza sed de poder, a lo que se suma no poca ignorancia. Me luce también evidente que Chávez no entiende en su real magnitud las implicaciones que sus actos tendrán para él y sus principales seguidores —Ministros, Embajadores, Generales, testaferros y represores, entre otros— una vez que la muralla protectora de un poder siempre pasajero deje de resguardarles. Tanto la descarada intervención de Cuba en nuestros asuntos internos, como la amistad con las FARC y el ELN, serán las bases de un juicio por traición a la Patria que se perfila con prístina claridad al final del camino del régimen. El pobre muchacho latinoamericano con la cabeza llena de basura y sus colaboradores están cabalgando un tigre. Cuando deban bajarse les devorará.