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Turismo en la Gran Sabana

La desastrosa política económica de los últimos gobiernos, con la caída de bolívar, ha reducido el número de turistas al exterior, a los beneficiarios de tal política y, por tanto se abren las puertas al turismo interno, que presenta atractivos a pesar de las interferencias gubernamentales.

El turismo en la Alta Guayana, ciertamente no es uno a lo Livingstone o a lo Monseñor Martí, pero tampoco es el convencional a base de hoteles, restaurantes y tiendas. Es menester cierta disposición anímica que permita tolerar los inconvenientes que pueden presentarse. Es recomendable, por ejemplo, llevar el propio equipo de dormir, que debe incluir cobija por que el clima es ligeramente más fresco que el de Caracas. También conviene llevar mosquitero y repelente por que es posible que no se encuentren en el sitio y la plaga puede ser muy molesta. Se encuentran farmacias bien surtidas en Tumeremo y Santa Elena, pero esas dos poblaciones hay más de 400 Km.

Es aventurado recomendar restaurantes, dado que cambian de dueño con frecuencia y con los cambios, generalmente empeoran. Aquí me limito a indicar los sitios que yo personalmente uso.

es recomendable salir a eso de las 8 am. calculando unas cuatro horas largas a Clarines, que es buen sitio para almorzar. Personalmente prefiero hacerlo en El parador de Clarines, con excelente comida, si bien servicio lento,. La Autopista hasta Guatire está en buenas condiciones y, en araira comienza un trozo desagradable, en gran parte por las autoridades de tránsito. Casi todo el trayecto tiene anchura suficiente como para tres canales y sólo hay dos. Si se impusiera que los vehículos pesados se ciñeran a su derecha, no sería difícil adelantarlos por el canal central. Igualmente convendría establecer como burladeros donde los vehículos pesados tuvieran que detenerse para dejar pasar a los rápidos. Este camino desagradable se suaviza al pasar Caucagua porque buena parte del tráfico sigue hacia Higuerote. Para muchos convendría un toque a la entrada de Caucagua donde se formado una especie de centro comercial, bien surtido en cosas que suelen necesitar los viajeros.

Continua un camino estrecho y sinuosos hasta la entrada de Tepipa, donde comienza una vía de rectas largas bien pavimentadas. La verdura de Barlovento en toda época del año hace un camino de belleza excepcional. Muy especialmente a los que viajen con aire acondicionado porque el calor es también de todo el año. Los potreros de Remolino y Alejandría fueron durante muchos años, los únicos técnicamente llevados que había en Venezuela. La alcabala de Cúpira, que mucho tiempo fue de las más molestas del país, ha entrado en una etapa de inofensividad. Esta institución de las alcabalas constituye uno de los mayores inconvenientes para el turismo, que ofrece Venezuela. Su absoluta ineficacia se puso de manifiesto en el caso Niehous, que apareció más allá del Orinoco, lo cual significa que lo pasaron plácidamente por media docena de estas garitas, sin que se dieran la menor cuenta. Pero continúa la institución sin más objetivo que molestar a los turistas con registros y preguntas extravagantes y sin atisbos de comprobaciones, sino por el mero gusto de ejercer autoridad.

El puente de los Clarines presenta una característica que lo hace único en el mundo y es la de tener una pasarela peatonal sin accesos. Ya el viento salitroso la ha herrumbado sin que nadie haya podido usarla. Los peatones tienen que atravesar la calzada agazapándose entre las vigas cuando se cruzan dos vehículos y abarcan toda su anchura. En Clarines no debe omitirse la visita a la Iglesia, que resulta interesantísima. A mi ver, se planeaban dos naves laterales y, cuando no estaban techadas, las eliminaron pero dejando pilastras y arcadas, lo cual le confiere una originalidad mucho más artística que la pasarela inaccesible.

Para ir a la alta Guayana hay tres vías alternas: 1a.- A Ciudad Bolívar por los Potocos – El Tigre.- 2a.- A Ciudad bolívar por Clarines – Aragua de Barcelona – El Tigre.- 3a. A Puerto Ordaz por Maturín. Aquí también hay que visitar la Iglesia de Píritu y el pueblo de puerto Píritu. Hay excelente hotel y buen restaurant en el Casacoima. Esta vía de Maturín presenta el atractivo de buena hotelería en esta ciudad, así como el paso del Morichal Largo, que sólo es uno de los paisajes más bellos de un puente venezolano sino además, un baño delicioso. A los asustadizos les aseguramos que tan cierta es la existencia de anacondas como su absoluta inofensividad para el hombre. Cuando Hernán Hernández Vásquez era niño, saltaron en Apure de una curiara a la orilla y una culebra de agua, pisada, se le enrrolló en la pierna a un viajero, que la mató con el revólver. Don Juan Vicente Hernández Delgado le dijo: «Ella lo habría soltado enseguida sin hacerle ningún daño y, además, si se mata la culebra de agua, se seca la laguna.

Pasado el Morichal largo, se atraviesa una parte de los pinares de Uverito, donde se han hecho ensayos victoriosos que pueden cambiar o, mejor dicho, crear la economía de esta zona. Es justicia reconocer la iniciativa de J.J. Cabrera Malo y la confianza que en su competencia tuvo Rafael Alfonzo. En una tierra que sólo daba reptiles y una paja sin nutrientes, hay hoy un capital apreciable en pinos, indudablemente valiosísimos.

Para que una res se mantuviera, no digamos engordara, se necesitaban entre 12 y 14 hectáreas. Cabrera Malo dedujo que podía darse el pino caribe y comenzó el trabajo. Fue menester crear, primero que nada, un personal enamorado de su trabajo y, además, inventar máquinas adecuadas, entre otras, una sembradora que va plantando los pinitos, arrastrada por un tractor. El peligro estriba en los incendios por que los árboles arden como fósforos. Hay atalayas servidas las 24 horas del día, que avisan la aparición de la primera humareda y van entonces con unas pértigas provistas de gomas en las puntas, para sofocar las llamas. Un estanque extintor se atascó en su propia agua y hubo que desarrollar el nuevo sistema.

La chalana de Los Barrancos presenta el pintoresquismo de pasar el Orinoco, que es como un estrecho de agua dulce. Puerto Ordaz me presenta en cambio un balance desfavorable para el turista. En su activo tiene el Salto Cachamay y las ruinas de las Misiones Capuchinas. A cambio presenta un cambio diabólico, con un número de choques diarios, igual al de Maracaibo, que la cuadruplica en población automotriz. El plan de la ciudad es moderno y por tanto, no cuadriculado, lo cual hace descarriar al forastero. además, no es fácil conseguir planos y el Concejo cambia de continuo los nombres de las calles. Cambios por otra parte, caprichosos, porque no se trató de que una calle Caldera se rebautizara Lusinchi sino que una vez la Avenida Anzoátegui se cambio a Avenida Monagas.

En la vía El Tigre – Ciudad Bolívar se encuentran los restos del Museo Bogarín, perdido por la desidia gubernamental. era un Museo de grandes obras al aire libre, que alegraba un camino monótono y largo. Había obras de calidad varia, pero formaba un conjunto, no solamente original, sino de un gran alivio para el viajero. Ciertamente, desde hace unos años, los sembrados han hermoseado un camino que antes era un desierto de chiribitales, pero el Museo Bogarín era algo merecedor de mayor cuido y atención.

En Ciudad Bolívar prefiero los hoteles Paoca y Valentina. En Puerto Ordaz, el Brasil. En Upata el Canaima. En Tumeremo, el Leocar. En El Dorado el Campamento Turístico. En el 88, almuerzo en el restaurant de La Cubana; pero debe evitarse dormir en la zona, por su alta incidencia palúdica. Durante muchos años ese flagelo pudo considerarse como erradicado, pero la desidia de los últimos gobiernos destruyó la magnífica labor desarrollada por los Dres. Arnoldo Gabaldón y Enrique Vogelsang.

El Dorado queda sobre el río Cuyuni (palabra grave y no ayuda), por un puente provisto de historia pintoresca. Para cruzar en Perú, el río Jequetepeque, habían encargado a Alemania, un puente que habría de llamarse Simón Bolívar. Por razones más o menos comprensibles, se confundieron los del buque y desembarcaron la armazón en Puerto Cabello. Ya terminada la descarga y zarpado el barco, advirtieron el error. sacaron sus cuentas los alemanes y resolvieron que les resultaría menos inconveniente, ofrecerles barato el puente a los venezolanos, que los gastos de un nuevo embarque y desembarque. Gómez vió que era un buen negocio y ordenó la adquisición. Comenzó entonces la busca de un río venezolano que se correspondiera con el Jequetepeque en el ponteadero y, tras diversos estudios acordaron que el lugar aplicable estaba sobre el Guárico en El Sombrero. El 19 de Diciembre de 1933 cumplía Gómez, 25 años en el Poder y construyeron el puente para inaugurarlo en esa fecha. resultaba bastante absurdo porque tal úente sólo servía para pasar el río de una orilla a otra.

Se trataba de un puente de una sola vía y el desarrollo lo hizo impráctico para el tráfico guariqueño y, tras otra busca como la primera, se encontró que le Cuyuni en El Dorado, cumplía con las necesidades. Para mí fue una gran sorpresa, al cruzarlo por primera vez en 1970, ya reubicado, encontrarlo familiar. Yo sabía lo del Guárico pero sobre la zona, Guillermo Orsini, me puso al tanto. Antes me había sucedido algo similar al ver el puente sobre el Tuy en santa Teresa y encontrarlo como conocido. Se trata del viejo Puente de Hierro caraqueño, rearmado en ese lugar.

Una buena carretera pavimentada remota La Escalera por el Paso del Danto. Se mantiene el nombre, pero no la escalera original. Esta era una escala hecha de bejucos por los indios, para remontar un contrafuerte de la Sierra de Lema. Podían subirla hombres, monos, etc., pero no caballos ni perros. Trepé por ella en 1945 y tengo la impresión de que estaba a unos 4 ó 5 km. al Oeste de la Peña de La Virgen, en el trazado actual. Poco después de pasada ésta, se halla el Salto del Danto, debidamente enunciado por letreros indicadores. Me han dicho numerosas personas de la región que mientras los ingenieros estudiaban cómo remontar la citada sierra de Lema, uno se fijó en la trocha que utilizaba un danto y decidió trazar la rasante por ella. Vale l apena una pequeña caminata hasta un mirador, también anunciado, desde donde se divisa un amplio panorama de la selva guayanesa.

Poco después del Salto del Danto, se abre de golpe la Gran Sabana. Hay el monumento al Soldado Pionero, que vale la pena fotografiar por ser el engendro más feo de Venezuela y del mundo que conozco. deja fácilmente atrás la Catedral de Barquisimeto, a la Basílica de la Coromoto en El Pinar y al Negro Primero de San Fernando.

Frente al campamento militar llamado El Fuerte se abre el camino que va hasta Kanavayén. En la Misión capuchina recibían huéspedes. Ignoro si continuarán haciéndolo porque me confió el Prior hace algún tiempo, que así como ya no servían comidas, planeaban suprimir también el alquiler de camas porque no lo hacían como negocio sino como servicio y les entorpecía su labor misional. En ese predicamento, le enseñaron cocina a La India María, donde se come sencilla, pero aceptablemente. Un español llamado Ramón tenía en Chivatón (20 Km. de La Misión) un negocio donde alojaba; pero murió y no sé si alguien continuará con el establecimiento.

Es dolorosamente árida la tierra. Me explicaron los Misioneros que frecuentemente les regalan toros como sementales y al cabo de un par de años, aparecen muertos en la sabana. La falta de nutrientes les descalsifica las patas hasta fracturárseles espontáneamente y el pobre animal, anclado, se muere de hambre y sed.

La visita a Kanavayén resulta indispensable. La topografía es imponente y sorprende hallar en medio del desierto algo que es materialmente un Escorial. No es recomendable la visita al Salto Carguai, por el pésimo camino; en cambio si deben visitarse los saltos del Aponguao (Chinak) y del Torón. En el pueblito se encuentran fácilmente guías, pero no hacen falta, ya que el camino hasta el embarcadero para el Salto, está bien indicado. Se llega hasta un sitio donde ya se han unido el Parupa y el Aponguao. Allí hay indios que sirven de bateleros y guías. Conviene ajustar previamente los precios. Muy cerca de la Misión está una quebrada llamada de La Laja con un bello colorido y a la cual creo, geológicamente, afín a la de El Jospe. Pese a la carretera venezolana, la influencia del portugués, se siente más que hace cuarenta años. En 1945, se decía Aponcuon, como lo pronuncian indios y brasileños; pero estos últimos escriben Aponguao. Igualmente, en la escuela nos enseñaban a decir Roroima (en taurepán es Roroimé) y hoy se ha generalizado la forma portuguesa de Roraima.

es frecuente oír hablar de indios y lenguas pemones. Esto es erróneo. Pemone significa gente india, así como racional es gente blanca. el idioma es taurepán y la población, arecuna, rama de los caribes.

El camino Fuerte – Kanavayén es de tierra. De El Fuerte hacia el Sur está muy bien pavimentado y me parece la parte más hermosa de toda la vía. Trazado viejo era muchísimo mejor, por ir junto al farallón. El se le aleja en promedio unos 500 mts y, obviamente ofrece paisajes inferiores. Llagados al río Kama, vale la pena bajar para ver la catarata. No tiene la magnitud del Chinak, pero es de formas muy nítidas y, si se sigue por cualquiera de los bordes del anfiteatro puede tomarse una buena foto de la caída.

A unos 300 mts de la carretera se hallan los Rápidos del Kamoirán. Interesante y sobre todo, es recomendable almorzar casa de la India Rosa, junto a los Rápidos. Es una comida sencilla, pero gustosa y aseada.

En Paso Pacheco hay posibilidades de un agradable baño porque el mucho asoleo del agua la hace fresca. En toda la zona, el agua de los pozos resulta demasiado fría para la generalidad. Pasado el Yuruaní y los pueblos adyacentes; a 40 Km de Santa Elena, se abre hacia el Este, una pequeña trocha, anunciada como unos mts y, en realidad es bastante más. Conduce a la Quebrada del El Jaspe que, por sí sola, vale un viaje desde Caracas. La trocha está en pésimo estado y si las autoridades de Sta. Elena enviaran una cuadrilla, bastarían dos horas para arreglarla. Un automóvil delicado no debe usarse para este recorrido. Parece estar formada por un polvillo volcánico que se depositara allí hace millones de años . No conviene olvidar que esta zona de Guayana es de las más antiguas del planeta.

Hay un criterio erróneo generalizado acerca del término Gran Sabana. El aplicado por el Ministro, al establecer los límites del parque Nacional Gran Sabana es científicamente correcto. Al Norte con la Sierra de Lema. Al Este, con la Guayana Esequiba. Al Sur y Oeste con las vaguadas de los ríos Cuquenán y Caroní. Lo corriente es alargar el termino Gran Sabana hasta los límites con Brasil y, a simple vista, puede verse la diferencia de topografía, fauna y vegetación, al pasar los antedichos linderos.

En Santa Elena de Uairén hay alojamiento aceptable en el Hotel Fronteras, en el Mc King y en uno cuyo nombre he olvidado y está entre Santa Elena y la línea. Creo que se llame Tropical y sólo he llegado una vez pero pienso volver a el. No hay problemas de comidas por haber varios sitios donde puede hacerse agradablemente. Entre otros el hotel Fronteras.

Ya pasaron los tiempos en que salir de Venezuela era hacer economías, pero en el lado brasileño pueden conseguirse cosas, especialmente en cuchillería y textiles, más baratas que aquí. No hay dificultades para pasar la frontera ni para introducir una cantidad moderada de adquisiciones. Son recomendables las hamacas brasileñas Rede Filomena y el jabón Phebo.

Santa Elena está a unos 600m de altitud y su clima es más o menos como el de Caracas. Al Oeste un camino de pésimas condiciones conduce hasta Icabarú y más allá, sobre el río del mismo nombre, hasta un embarcadero donde puede tomarse una curiara para dejar el río. Ya esto está a 400 m y el agua es deliciosamente relajante. Una señora de Tumeremo llamada lucía tiene un sabroso restaurante en el propio Icabarú.

Pasado El Paují (1.000 m), el camino se vuelve malísimo y, entre Peraitepuy y cantarrana, se invierten casi 3 horas para recorrer 25 km. No es difícil conseguir alojamiento. claro que esas cosas cambian en la zona de mes a mes, pero nuestro llegadero es Cantarrana, donde los Borrero tienen un delicioso bañadero natural y excelente comida.

En la zona de Paracaima, mal llamada Gran Sabana, hay una comunidad extraña formada por indios que viven en sus comunidades con sus propias costumbres, y de «racionales» integrada por personas con nivel medio de bachillerato. Un considerable porcentaje es de nacidos en Europa.

Puedo asegurar con pleno conocimiento de causa, que sea una patraña, al menos todavía, lo de la drogadicción. abundan entre ellos, esas religiones antiguas resucitadas, como esotéricos, gnósticos, etc y, en una fiesta donde estuvimos, no solamente una mayoría no probó el alcohol sino que hubo hasta quienes no comieran tortas, porque la masa contenía huevo y eso iba contra su vegetarianismo. Son gentes que han prescindido de muchas falsas necesidades del hombre moderno. No leen periódicos ni oyen radio. Suelen tener pequeñas rentas y rinden veneración al trabajo manual. No sólo en Cantarrana hay alojamientos cómodos y pulcros. Tiene paseos bellísimos a diversas distancias y pueden organizarse expediciones. Están justamente alarmados por los rumores de que Rockefeller planee establecer un complejo turístico, que destrozaría la región.

Tienen como principal ingreso el de la miel, que es tan buena como la mejor de La Alcarria. Puede decirse también que todos tengan algo de minero. Según me explicaron, una persona puede atender sola hasta cien colmenas, lo cual les da un rendimiento económico suficiente para la frugalidad de sus vidas. Si pasan las colmenas del centenar, se hace menester un ayudante. Las abejas dan tres cosechas al año y de tres mieles diferentes según hayan libado flores de sabana, de montaña o mezcladas. En ocasiones han perdido una cosecha por haber salido miel alucinógena. Si las abejas liban flores alucinógenas, la miel lo será también. Es a esto que se debe la leyenda de que la miel de guanota emborrache. No es borrachera. Es trona.

A mí personalmente me fascina la zona y le veo como máximo inconveniente los poderes irrestrictos de las Fuerzas armadas, en unas comunidades tan peculiares como las de los indios autónomos y blancos bachilleres. Creo que las autoridades deban tener características muy diferentes a las de una jefatura civil cualquier; pero debemos reconocer que en los últimos años, no hemos escuchado quejas contra la Guardia ni la tropa.

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