Tres puntos de vista
Corremos el riesgo de ser repetitivos, pero quisiéramos insistir en el análisis de las terribles penurias que sufre el ciudadano venezolano ante la frecuente eventualidad de requerir insumos que deberían existir en la cadena de atención a la salud y similares.
Para ello vamos a intentar la exposición de lo que pensamos sucede en las mentes de tres jugadores del tema. La visión del régimen que nos destruye, la visión de los intermediarios y la visión de los consumidores.
Para ello, debemos imaginarnos que existe un medicamento promedio que en la tragedia venezolana está fuertemente subsidiado (como la gasolina) y que es muy difícil de conseguir. Sólo para ilustrar el problema, escribiremos sobre la «Metformina«.
Se trata de un medicamento de alto consumo y que está asociado a los problemas de organismos donde la glucosa en sangre produce inconvenientes.
La Metformina se expende y consume en diferentes dosis. La más frecuente es la de 850 mg. y su precio, draconianamente controlado, es de algo menos de cinco bolívares la caja con treinta pastillas. En el exterior, con alta coincidencia en varios países, esa misma presentación tiene un valor de US$ 21 por caja. Es decir, en Venezuela, el régimen impone que se expenda a 16,6 céntimos de Bolívar la pastilla. En el exterior, cuesta setenta centavos de dólar la pastilla. Si suponemos una tasa de cambio de SICAD II de 52 bolívares por dólar norteamericano, estaremos llegando a la conclusión de que este medicamento cuesta en Venezuela, doscientas veinte veces menos que en países cercanos.
Desde el punto de vista del consumidor, después de el pírrico contento de un precio favorable, nos invade la tristeza de que es imposible conseguirlo.
Desde la visión de los intermediarios entran en juego varios eventos. La dificultad que significa los trámites pa lograr las divisas que permitan traer bien el producto, o si se produjera en el país, los ingredientes activos y materias primas necesarias para su elaboración. Además, la deficiente distribución, si fuera posible, produce congestionamientos en los expendios que tienen costos muy elevados.
La visión del régimen es difícil de analizar porque por una parte disfrutan del férreo control de las divisas que otorgan con criterio bien descuidado y por la otra, no toman en cuenta lo que significa ese medicamento para los pacientes. Su imprescindibilidad.
Dirán los burócratas de los distintos «ministerios para el poder popular» que esas medicinas tienen acceso (sic) a dólares preferenciales de 6,3 Bs/$. En teoría eso es cierto, pero preguntémosle a los importadores de medicinas ¿cómo están sus cuentas? A esa ficción de la tasa preferencial, la relación sólo mejora hasta un valor superior a las veinticinco veces.
Para finalizar, enfoquemos la visión de los administradores de las empresas internacionales que producen y distribuyen sus medicamentos al mundo entero. Preguntamos: ¿Tiene algún significado diferente que el cuido de su mercado, enviar sus productos a Venezuela? ¿Es leal con su empresa y con sus accionistas, desviar productos a Venezuela para «regalarlos»?
Tampoco queremos obviar la responsabilidad que debería apreciar el régimen y que les impone la obligación de velar por la salud de sus ciudadanos.
Este análisis es válido para la casi totalidad de medicamentos y bienes que están directamente vinculados a la salud del venezolano.
@rafael862