Opinión Nacional

Las izquierdas y los terroristas

Las izquierdas representaron una postura respetable y respetada universalmente, en correspondencia con la densidad de sus planteamientos y de la conducta responsable en la actividad política, pero con el decurso del tiempo descendió a planos que son la negación de su razón de ser como instrumento de redención social, por vía de la democrática superación de las barreras de exclusión política y económica de los sectores más débiles de la sociedad.

El ayuntamiento con el comunismo internacional y el espejismo de la Revolución Cubana les dañó la brújula y quedaron enredadas en las barbas de Fidel. Se echaron al monte y soliviantaron colectividades urbanas, generando altos niveles de intolerancia y desasosiego político, con el propósito de catalizar un proceso de descomposición que les abriría las puertas del poder.

Tal desempeño les ocasionó la pérdida de sintonía con la sociedad, especialmente con el segmento juvenil y en particular con el mudo estudiantil, mercado cautivo para el reclutamiento de combatientes que engrosaban los frentes guerrilleros. Esa circunstancia, magnificada por el cerco militar que auguraba segura derrota, fue determinante en el proceso de reflexión autocrítica que debieron abordar los dirigentes de mayor densidad intelectual, para optar por el abandono de la lucha armada y retornar a la legalidad democrática.

Quedó rezagado el ultraizquierdismo. La irracionalidad. Cuadros, los más, con deficiente formación académica, resentidos sociales aptos sólo para “tirar paradas” y, en menor número, quienes teniendo alguna formación prefirieron continuar dibujando la revolución en la barra de los bares o en las mesas de los café. Pero, en general, todos dispuestos a graduar de izquierdista a cuanto bandolero que se esconda en las montañas y cometa abominables actos de terrorismo o al militar felón que, a renglón seguido de su frustrado golpe de Estado, se declarara anti-imperialista. Manuel Marulanda o como quiera que sea el alias del momento, con su banda de narco-terroristas y el jefe de la felonía del O4F de 1992, cabecilla de las hordas rojas-rojitas de Miraflores, son ejemplos emblemáticos de esa perversión.

P.S. La fanfarronería guerrerista del cabecilla, es una bulla táctica a ver si del lado colombiano lanzan un “chinazo” para declarar el estado de emergencia, suspender las garantías, y aplazar sine die las elecciones; mientras la inseguridad nos arrincona y el desabastecimiento se agiganta. Así imagina exorcizar el fantasma de la próxima derrota que no lo deja ni a sol ni a sombra. Esa es la huida hacia delante.

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